Lo cuenta en un vídeo, que sólo está en árabe, que elaboró para la nominación al “premio Israr”, que reconoce la determinación de los galardonados, y al que optó el mismo año de abrir su restaurante. El primero en oponerse fue su padre, pero le convenció y acudieron juntos a la administración, donde recibió la segunda negativa. Esto tampoco le quitó las ganas, Nora estudió todas las leyes locales sin encontrar ninguna que le impidiera abrir su establecimiento, por lo que denunció a la administración, que finalmente le dio el permiso.
Cuenta Nora que uno de los pocos respaldos que recibió a lo largo de su lucha fue por parte del propietario del edificio donde está su local. Después llegó la tercera negativa: la de la presión pública para que no abriera sus puertas. Al principio le daba miedo hasta ir sola, la gente esperaba el más mínimo error para que se lo cerrasen. Pero ocurrió todo lo contrario, el restaurante tuvo mucho éxito, inclusos sus trabajadoras aseguraban estar orgullosas de su labor y fue entonces recibió la nominación al premio. Pero Nora no lo ganó y desde entonces, no se ha vuelto a saber nada de ella.
