Regresaron a su casa de Anglesey, en Gales, con la explicación de que no podrían ponerle ninguna prótesis hasta que tuviera un año de edad.
Ben, profesor de psicología, estaba convencido de que una intervención temprana sería vital para que su hijo se adaptara a su nueva situación. Y decidió no esperar. Comenzó a probar, con trozos de gomaespuma enrollados en el codo y vio como en sólo unos minutos, Sol daba golpes a sus juguetes con ambos brazos. Desde ese momento su obsesión fue desarrollar un brazo prostético de calidad para su hijo.
Siempre pensó que si se puede ayudar a alguien tienes la obligación de hacerlo y por eso decidió dedicar el resto de su vida a ello. Empezó a trabajar en un prototipo de brazo utilizando pequeños trozos de tuberías y accesorios de fontanería. Y pidió ayuda a un laboratorio de innovación de una universidad galesa, con el que consiguió imprimir en 3 dimensiones un brazo para Sol, con el que puede agarrar objetos. Ben dejó su trabajo para dedicarse a tiempo completo a la creación de prótesis, con su propia compañía, de la que Sol es el emblema.
La impresión en 3D es el futuro de las prótesis, cree Ben, por lo que a través de su empresa pide donaciones altruistas para desarrollar los dispositivos necesarios que permitan a los más pequeños desarrollar una vida normal desde que nacen y mientras van creciendo.