Kamal decidió invertir su sueldo mensual, poco más de 30 euros, en alquilar un megáfono para anunciar el nombre del niño. El pequeño apareció y él se dedica desde entonces a intentar reunir a familiares. Anuncia cinco cosas: el nombre del niño, su edad, el nombre de la madre, del padre y el lugar dónde se encuentra; junto a una descripción de la ropa que lleva. Y todo lo registra meticulosamente en su libro de trabajo.
Al Jazeera le dio una cámara para que fotografiara algunos casos y Kamal contó el de una mujer, que llegó al campo con su hija después de haber sido violada, y la pequeña apuñalada, después de haber visto morir a su hijo y a su marido, y de sobrevivir a las quemaduras después de que su casa fuera incendiada con ellas dentro.
Cuenta que hizo la foto porque nadie las ha visto antes con su realidad a cuestas. En Bangladesh, asegura, la gente lee los periódicos y ve la televisión pero no mira lo que ocurre a su alrededor. Kamal empieza a trabajar sobre las 8 y media de la mañana y termina tarde, de noche. Hace alrededor de 50 anuncios por día. Cree que ha conseguido hacer felices a 700 familias.