Para conseguirlo, los jóvenes entran a un túnel oscuro con una linterna, ni pensar en el casco y el equipo de seguridad, y extraen con cinceles las piedras de cobalto. Después trasportan a hombros los pesados sacos con cobalto para lavarlos en el río y clasificarlos. Mujeres y niños lavan las piedras y separan las que tienen el preciado mineral. Ziki es uno de ellos.
Una vez extraído se traslada de forma ilegal a la costa y de ahí a China, donde se purifica para ser suministrado a fabricantes de baterías, que tienen una demanda récord. El precio de la tonelada de cobalto está cerca de los 60.000 dólares. Los niños que lo consiguen cobran entre uno y tres al día. Además inhalan polvo tóxico por la trituración del mineral, y se exponen a enfermedades pulmonares mortales. Trabajan 10 o 12 horas diarias en duras condiciones, muchos de ellos no saben leer ni escribir y nunca han ido al colegio.
"Me siento muy mal porque mis amigos van al colegio y a mí me cuesta, no puedo", dice Ziki. Otros han tenido más suerte y pueden ir a clase gracias a la financiación de organizaciones benéficas. Se calcula que alrededor de 40.000 niños trabajan en las minas de la República Democrática del Congo para extraer este material. La mitad de la oferta mundial viene de allí. Muchos fabricantes aseguran que intentan no usar cobalto extraído por niños, pero las complejas cadenas de suministro de este material lo dificultan. Parte del metal extraído por Ziki podría estar en tu teléfono.