Háganse a la idea de la diversidad horaria de esta gigantesca nación que llamamos Estados Unidos. Y que en noches electorales como ésta es cuando mejor entendemos lo de los Estados Unidos. Cada uno con sus normas, sus recuentos, sus horarios y tiene sus escrutinios.
Por el momento, Florida es para Donald Trump y además, va por delante en Texas, Pensilvania, Ohio.
Como cada cuatro años, le recuerdo las reglas del juego. Cada estado, en función de su peso, aporta un número de puntos para la elección del presidente. (Técnicamente no se llaman puntos, sino electores del colegio electoral, pero para no liarnos yo se lo cuento así, a lo cesta y puntos). El partido que gana en el estado se lo lleva todos los puntos. California, 55 puntos, la que más pesa. Tejas, 38. Florida, 29. Pensilvania, 20. El candidato que consigue 270 es presidente.
· Primer criterio importante, el peso del Estado. Cuánto vale en el recuento.
· Segundo criterio: cómo de previsibles son sus habitantes de ese estado cuando ha eleccioens. Hay sitios en los que siempre gana el mismo partido. Minnesota, que está arriba del todo, pegado a Canadá: la única vez que ganaron los republicanos fue en el 72 con Nixon. Es uno de esos estados (10 puntos) que se da por descontado. Pero hay otros más volubles, que igual caen de un color que del otro: éstos son los que se dice que deciden, o decantan. Pasó hace cuatro años, igual se acuerda, con Michigan, Wisconsin, Iowa o Florida.
Florida fue para Trump en 2016 y lo vuelve a ser en 2020. Con sus 29 puntos para la cesta. Florida había sido demócrata en las dos elecciones de Obama.
Texas es ahora mismo el escenario más interesante. La última vez que ganó el Partido Demócrata fue con Carter y de eso han pasado casi 50 años. Con el 77% escrutado, Donald Trump obtiene el 50,5% del voto y Joe Biden el 48,1. Ganar en Texas era una de las esperanzas del partido Demócrata, si hubiera conseguido ganar en Texas Biden se sentía ya casi casi cruzando el umbral de la Casa Blanca. Hay 38 puntos en juego.
En Pensilvania, el estado natal de este candidato, fue demócrata desde el 88 hasta el 2016. Fue otra de las sorpresas de hace cuatro años. Ahora mismo, con el 20% escrutado, va por delante Donald Trump, 51-47 en el porcentaje de voto.
Hasta las siete tenemos centros de votación abiertos. En Alaska, último estado que cierra. De donde salió Sarah Palin para ser candidata a vicepresidenta con McCain en el 2008. Y no lo consiguió. Hoy aspira a ese puesto de nuevo una mujer, de California, Kamala Harris. Si lo consigue dará un paso decisivo para convertirse, de aquí a cuatro años, o a menos, en la primera presidenta de los Estados Unidos.
En 2008 se hizo historia con el primer presidente negro. En 2016 se hizo historia con el primer presidente de pelo naranja, el señor Trump, polemista encendido, tuitero incansable, candidato imprevisto de un Partido Republicano diluido ante el avance arrollador del trumpismo. En 2020 la historia podría estar haciéndose en diferido: hoy un candidato convencional, Biden, que lleva dentro a la primera presidenta, Harris. Podría ser. Depende de cómo termine hoy esta carrera.