Desde que empezó el verano, cada día en la Playa del Cura de Torrevieja, a las siete de la mañana, la gente aguarda para coger sitio en primera línea de playa. Allí, hay señoras que se alternan para conservar su preciado lugar: mientras una sube a casa a desayunar, la otra le guarda el sitio y así están todo el día.
También, hay quien espera 45 minutos a la solana y con la humedad, lo que conlleva una gran "fosquedad capilar", para poder pillar metro y medio cuadrado de arena. "A mí ahí no me pillan", dice Ángeles que confiesa que no le gusta nada la playa. Para la periodista, todo esto confirma que el verano está sobrevalorado y sus escenas también. Frente a la plaga que invade las redes sociales, llenas de fotos de pies descalzos con sus pedicuras impecables, ensaladas de aguacate, sombreros de paja y bikinis de cortinilla, la realidad es otra: pieles quemadas color gamba, rostros llenos de brillos, mosquitos, sangrías a precio de Gran Reserva y aglomeraciones.
Dicho todo esto, Ángeles confiesa que como este verano va a estar de mudanza, envidia a todos y cada uno de los que se pueden coger vacaciones.