Un ciudadano ejemplar, pero sin derechos reconocidos. Una persona con estudios y bilingüe pero sin permiso para trabajar. Lo que nadie le iba a impedir era abrir su propia empresa. Pero ese limbo legal en el que viven los dreamers convierte cualquier desliz en una deportación.
Israel no bajó los brazos, su lucha le mantuvo cautivo durante 2 años en un centro de detención de inmigrantes antes de perder su caso. Fue trasladado hasta la frontera esposado de pies manos y cintura. Por fin iba a conocer su país origen aunque no de la manera que le hubiera gustado. En los últimos 2 años Israel y su fundación New Comienzos han ayudado en México a más de 4.000 deportados.