La empresa responsable del estudio, ‘ClickMechanic’, que pone en contacto a usuarios con talleres cercanos a su lugar de residencia, fijó como criterio la sustitución del embrague de un utilitario. Según su director, Andrew Jervis, “En algunas ciudades la diferencia llevaba al 31%. Por ejemplo Birmingham o Manchester. Vimos una gran diferencia con un gran margen que iba del 25 al 31%. En Sheffield y en Edimburgo, en cambio, a las mujeres se les cobraba menos. Eso es lo que probablemente deja la media en ese 8%”.
Este estudio pone de manifiesto que aproximadamente la mitad de los consumidores no tienen idea de lo que deberían pagar por la reparación y que, precisamente por ello, los usuarios pagan más de lo que establecen los estándares de la industria. “Hay un componente sexista y estereotipado evidente” y, como explica Jervis, los hay que se aprovechan de esa cierta vulnerabilidad que las conductoras, de hecho, no esconden. “Creo que, obviamente, por muchos años hemos leído historias en los diarios sobre estereotipos de gente que es engañada porque no sabe lo que está pagando y esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres. Cuando hablamos con nuestras clientas, durante la investigación, tienden a sentirse más vulnerables cuando acuden al taller. No están familiarizadas con el sector y muchas veces tienen la sensación de que se pueden estar aprovechando de ellas por eso”.
En Reino Unido hay más de medio millón de profesionales en el sector de la reparación del automóvil. Hay un organismo que representa a los mecánicos, que es el Instituto de la Industria del Motor, el IMI -por sus siglas en inglés-. En opinión de su director, Steve Nash, no puede medirse “a todos por el mismo rasero. El reto está en que la gente, ya sean hombres o mujeres, determinen en quién pueden confiar y en quién no”.
Nash acusa un problema de falta de regulación en el sector. “Cualquiera puede, potencialmente, montar un servicio de reparación de automóviles de la noche a la mañana”. Por eso mismo han pedido al gobierno que regule la entrega de licencias para estos establecimientos incluyendo un código ético de conducta como el que tiene este organismo.
Pero aquí no acaban los problemas. Los consumidores británicos se preguntan si ese código ético de verdad se cumple. De los 200 talleres en los que se ha realizado este estudio, 17 forman parte de ese registro en el que presuntamente se puede confiar. Doce de ellos cobraban de más a las mujeres y cinco lo hacían de menos. Nash asegura que, en todo caso, “no se está en ese registro de por vida. Se va revisando y si se denuncia un trabajo sin ética o incorrecto podemos hacer algo, pero hay muchos más talleres de los que no podemos hacernos cargo”.