Nada más llegar los agentes, la mujer confesó y se echó a llorar. Entonces les explicó que no tenía nada en casa para comer, ni ella, si sus dos hermanos, uno discapacitado y otro operado del corazón. Entre sollozos, les contaba que sabía que no estaba bien lo que había hecho, pero que con los 3.000 pesos de su pensión, unos 180 euros, no les llega para nada. La policía, conmovidos por el llanto de la mujer, se ofreció a pagar la cuenta y llevarla a casa. Y el establecimiento a no presentar cargos.
Al conocer la historia de María Cristina, los servicios sociales de Misiones han acudido a su casa con comida y le han asegurado que le van a ayudar a reformar su hogar, casi en ruinas. Después de las lágrimas, el rostro de María Cristina ha cambiado por completo, ahora luce una gran sonrisa llena de esperanza.