MÁS DE UNO

El indulto de Rubén Amón: Francisco Franco

Españoles, Franco... ha vuelto. Y no lo han resucitado los nostálgicos del caudillo. Lo han exhumado los camaradas socialistas en un ejercicio obsesivo de necrofilia. Poniendo incluso de actualidad un lema del que abjuraron: Franco, presente. Y presente está Franco de tanto invocarlo.

ondacero.es

Madrid |

No es que haya recuperado la actualidad, la acapara. Y se ha convertido en el estímulo ubicuo de la política nacional. Y de la catalana, pues los movimientos soberanistas lo ven por todas partes.

Ven a Franco detrás de los políticos presos. Ven a Franco en el exilio de Puigdemont. Ven a Franco en la represión policial. Y lo ven también en la conducta de los tribunales. Ya nos lo explicó el día de la Diada el abogado escocés de Ponsati. Franco estaría orgulloso de la España contemporánea. Le aplaudía Arnaldo Otegi con su mejor pasamontañas, aunque Franco estaría más orgulloso del soberanismo.

Las antorchas, el oscurantismo, la superioridad racial, la cruces amarillas, la propaganda de la televisión única, la persecución linguística y cultural, el adoctrinamiento, el nacionalismo, la delación. Ahí sí que está el caudillo representado.

Porque el otro es una grotesca momia a la que Sánchez ha reanimado en un ejercicio de maximalismo que le permite presumir en lo accidental el consenso parlamentario del que carece en lo fundamental. Franco es un placebo de mayoría absoluta.

Y el problema es a qué va a dedicarse ahora el presidente del Gobierno. Quizá a contener la venganza regicida de Podemos. Iglesias no se contenta con exhumar a Franco. Pretende aprovechar la reanimación del cadáver para enterrar a los Borbones, como expresión ilegítima de un traspaso de poderes que degrada la mítica transición al maléfico régimen del 78.