Uno de los grandes retos a los que se va a enfrentar la comunidad internacional es a mantener la labor humanitaria en Afganistán. Con los Gobiernos dedicados a la urgente evacuación de personas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, está pidiendo a los países que no descuiden la ayuda humanitaria y que no se acabe esa ayuda una vez que las tropas se retiren del país.
Aumento del 30% de las víctimas mortales
Desde enero se estima que más de medio millón de personas se han tenido que desplazar desde de unas provincias a otras de Afganistán, que se suman al número de desplazados de oleadas anteriores. Según ACNUR la población de desplazamiento interno es de 3,5 millones de personas y, además, se calcula que el número de víctimas mortales en el primer trimestre del año ha sido un 30% superior al del año anterior.
"Hay un alto riesgo de violaciones de Derechos Humanos para la población civil", comenta María Jesús Vega, portavoz de ACNUR, que ve con mucha preocupación la situación de la población. Afganistán se encuentra en el número 170 del índice de desarrollo humano, compuesto por 188 países. A la pobreza y desigualdad extrema se le añaden las consecuencias del cambio climático; un país afectado por una sequía recurrente que eleva las temperaturas actuales hasta los 45º.
Fronteras abiertas para los refugiados
María Jesús recuerda que aquellos afganos que están siendo evacuados son "una mínima parte" de toda la población en situación de riesgo. Por ello, desde ACNUR piden que se dejen las fronteras abiertas "porque es una forma de salvar vidas" y esperan que los países europeos no devuelvan a ninguna persona a Afganistán, puesto que "no hay ninguna zona del país que sea segura".
