Alicia Aradilla, psicóloga y experta en neurolingüística, nos cuenta que “Las vacaciones son un tiempo de descanso, reflexión y convivencia”. Por ello “afloran las tensiones del resto del año y de la vida. Nos permitimos preguntarnos qué está pasando con mi vida. La convivencia afecta”.
Reclama atención por los niños, ya que “no tomaron la decisión pero son la consecuencia de la decisión”. “Por tanto debe ser un divorcio consciente y no hay que darle nuevos roles a los niños, que no merecen y no tienen por qué sostenerlos. Los convertimos en testigos, árbitros entre los padres, mensajeros, e incluso en espías”.
Insiste en que “para los niños pequeños, es muy difícil vivir quince días en una casa, para los adultos sería desequilibrador. Cuando uno no sabe qué hacer es mejor reflexionar y actuar más tarde”.