"Ha tenido que ocurrirme un secuestro para entender que ningún reportaje vale mi vida", asegura. Antonio Pampliega cuenta que aunque conocía Siria "al dedillo", y había entrado en el país en numerosas ocasiones, "sólo tardé tres días en caer en manos de Al Qaeda".
De su casi un año de secuestro, Antonio recuerda que en ningún momento perdió la noción del tiempo, "sabía si era de día y de noche por los cinco cantos a la oración". Sobre su relación con su raptor, dice que establecieron una relación de "tú a tú" gracias al ajedrez.
Afirma que lo peor de ese tiempo privado de libertad es la soledad y que las "palizas, las simulaciones de ejecuciones... se llevan mejor si no estás solo".