'La isla de la mujer dormida' es la historia que Arturo Pérez-Reverte lleva toda la vida, desde que era un niño, queriendo escribir. Es la historia de una operación secreta contra la República, con la Guerra Civil de fondo y una mujer, Lena. Es una novela de corsarios en el archipiélago de las Cícladas, en el mar Egeo.
Estamos en 1937, a 1.200 millas de las costas españolas y donde la Armada franquista organiza un operativo secreto para hundir los mercantes republicanos y soviéticos que llegan del mar Negro. Para ello, reclutan al marino mercante Miguel Jordán Kyriazis convertido en corsario y que mantendrá una extraña relación con los dueños de Gynaíka Koimisméni, La isla de la mujer dormida, el barón Pantelis Katelios y Lena, su esposa.
Lena, una mujer derrotada en la novela de Reverte
Aventura, mar, guerra civil de fondo, amor, sexo como venganza intelectual y espías en Estambul. Todos estos elementos se encuentran en 'La isla de la mujer dormida' donde, además del argumento principal, surgen "novelas laterales" ante las cuales "hay que mantener la disciplina para no caer en la trampa porque si no, se te enreda", confiesa Arturo Pérez-Reverte en 'Más de uno'.
Las mujeres en las novelas de Reverte son, casi siempre, mujeres potentes que luchan bajo un cielo sin dioses, con sus propias fuerzas contra los hombres o contra el mundo. Por el contrario, Lena, la mujer protagonista de su última novela, es "una mujer derrotada".
A su autor le interesaba conocer cómo una mujer derrotada vuelve su venganza, el sexo como venganza intelectual, "contra el hombre que le llevó a esa situación".
"Querido Arturo"... Alsina emociona a Reverte con mensajes de sus amigos
Hace unos meses se publicó 'Cartas a una reina', un libro colectivo que reúne textos de numerosos autores de distintos ámbitos dirigidos a la princesa Leonor. Recordando este libro orquestado por Arturo Pérez-Reverte, hemos seleccionados a algunos amigos del escritor para que le dediquen un breve mensaje de cariño y afecto.
Raúl del Pozo, Manuel Jabois, Karina Sainz Borgo, Santiago Muñoz Machado, Marta Flich o Edu Galán son algunos de los amigos que han querido mandarle unas breves palabras agradeciéndole su labor como escritor. En las cartas para Leonor, por su parte, contó con los textos de gente tan diversa ideológicamente como Rufián y Monedero, también.
Esta variedad la defiende Reverte como una virtud y critica que la "moda" ahora pase por "no ver ninguna virtud en el bando enemigo ni ningún defecto en el bando propio", sostiene el escritor, que es capaz de reconocer en quien piensa completamente distinto, la agudeza, la capacidad argumentativa o la persuasiva.
Con la edad, cada vez estoy más convencido de que el mundo es una gama de grises
Últimamente, no sólo en España, sino en todo el mundo, "están trazando líneas del bien y el mal, el blanco y el negro [...] Y con la edad, cada vez estoy más convencido de que el mundo es una gama de grises", dice Reverte asegurando que en esa ambigüedad, es "donde está lo interesante".
Para el escritor, su mayor orgullo en la vida es haber llegado a su edad con "una mochila de amigos tan variados y diversos". En definitiva, "el mejor balance que uno puede tener en la vida" es la sensación de que algo bueno has tenido que hacer para estar tan bien rodeado, pero insiste en que él no venía a esto en esta entrevista.
La edad aporta incertidumbres maravillosas
El escritor asegura que, con los años, tiene menos certezas y más zonas grises, algo que le hace muy feliz. Esto llega hasta el punto de reconsiderar posiciones que hasta ahora creía que en sí mismo eran muy firmes.
"Hay palabras que he escrito con mayúscula casi toda mi vida y que en los últimos quince o diez años, escribo con minúscula", dice Reverte sobre las palabras 'honor', 'patria', 'bandera' o 'religión'. Por el contrario, las que ahora escribe con mayúscula son "las que nunca fallan; dignidad y lealtad".
Hay palabras que he escrito con mayúscula casi toda mi vida y que en los últimos quince años escribo con minúscula
Sobre la 'verdad', el escritor asegura que es "muy relativa" y, por tanto, "se escribe siempre con minúscula". Así, el hecho de llegar a los 63 años con muy pocas palabras con mayúscula aporta "un distanciamiento muy interesante" del mundo y se ve de otra manera cuando la fe ya no te agita.
"Ver que tu vida es cada vez es más ambigua en el sentido positivo, que cada vez tienes menos certezas, es formidable. Pensaba que la edad te daba seguridades y, al contrario, esas incertidumbres son maravillosas; y con esas escribo novelas", sentencia Pérez-Reverte.