Esta es la historia de la vida de dos mujeres: Maixabel y Blanca. Dos vidas separadas por 426 kilómetros, y doce años. Dos vidas que confluyeron abriéndose camino la una en la otra cuando Icíar Bollaín decidió escribir una película y pensó en Blanca Portillo para ponerle rostro y voz a la historia de Maixabel Lasa. Desde entonces, estas dos vidas caminan juntas.
Blanca Portillo: "Hay algo de ella que ha calado en mí, me ha transformado de alguna manera"
Este viernes se estrena la película 'Maixabel' sobre la vida de esta mujer que perdió a su marido, Juan María Jáuregui, asesinado por ETA en el año 2000. Al verla, la auténtica Maixabel confiesa que veía en Blanca sus propios gestos, sus mismas palabras e incluso, a veces, la voz de Blanca se parecía a la suya. Por su parte, Blanca Portillo explica cómo fue la interpretación: "Se trataba de destilar la esencia de esta mujer, tanto en su línea de pensamiento, sus emociones, su manera de sentir y de amar para convertirlo en un personaje".
Tras el rodaje de la película, Blanca admite que "hay algo de ella que ha ido calando en mí, que me ha transformado de alguna manera". A pesar de que no hay ninguna caracterización más que el pelo corto y blanco, la actriz siente que hubo "una especie de encarnación de la esencia de esta mujer".
Hay que limpiar las heridas y cerrarlas bien para que sanen, aunque siempre existirá la cicatriz
El perdón de las víctimas de ETA sigue siendo un tema muy controvertido. En la película, la hija de Maixabel ve con recelo que su madre acuda a hablar con uno de los asesinos de su marido. "Es difícil de entender, pero yo siempre he pensado que la cárcel debe ser un lugar de reinserción para cualquier preso", sostiene Maixabel. Asimismo, defiende que todos nos merecemos una segunda oportunidad. "En el fondo, la película deslegitima el uso de la violencia porque para solucionar las cosas hay que hablar", dice poniendo en valor la importancia de la palabra.
"Hay que reciclar a los etarras porque lo único que saben hacer es matar"
Una vez que los asesinos buscan pedir perdón de sus víctimas y familiares, lo primero que deben hacer es poner rostro a sus asesinados. En muchas ocasiones, los propios asesinos no conocían a sus víctimas, lo que hacía más fácil llevar a cabo los asesinatos. Maixabel mantiene con certeza que su marido, Juan Mari -como ella le llama- se habría sentado a hablar incluso con su mayor enemigo y defendía que había que "reciclar" a los etarras "porque lo único que saben hacer es matar y hay que enseñarles a hacer otras cosas".
Ambas comprenden y respetan a quienes no comparten esta opinión, pero confían en que "en el diálogo siempre hay un camino de bien". Para Blanca, "el olvido no sirve para nada", sino que lo importante es recordar "porque hay que limpiar las heridas, cerrarlas bien para sanen, aunque siempre existirá la cicatriz".
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