Carmelo Gómez se ha subido al carromato como Lorca se subió a su Barraca. Lleva tres años intentando desentrañar el corazón panorámico y caleidoscópico del poeta, con sus versos en la comisura de los labios, inventando un recital cada tarde, cada noche, porque en cada uno de ellos encuentra a un Lorca nuevo. El Federico de la alegría y la tristeza, de sus miedos y obsesiones; de la pasión y la muerte como contrarios compatibles; de la fragilidad, que es fortaleza; de la poesía como bálsamo y remedio. Del amor como motor de vida.
A Carmelo le hubiera gustado formar parte del grupo de teatro universitario La Barraca junto a Eduardo Ugarte y Federico García Lorca, aunque cree que habría chocado muchocon Federico porque "era muy exigente con los actores". Aún así, como era una persona muy respetuosa, "entendería muchas cosas que no son explicables con palabras".
No hay tragedia más emocional que la del propio poeta que durante toda su vida, a través de los poemas, estuvo augurando su final
"Tenemos una idea de Barraca desde el principio", cuenta Carmelo sobre el origen de esta obra teatral. Sin embargo, en ningún gran teatro tenían en cuenta aquella propuesta, algo similar a lo que le ocurría al poeta granadino. Entonces, se compraron un remolque para hacer bolos por toda España. En ese remolque fueron metiendo todas las cosas que se encontraban por el camino, los objetos que la gente desechaba, y todo eso ocupa su lugar ahora en el escenario. Por eso, "para nosotros es fundamental la idea de La Barraca porque es lo que ha construido esto en el tiempo", sostiene.
Carmelo admite que hace una función u otra según el tipo de público que tenga cada noche. Desde que se levanta el telón, el actor va improvisando todo el contenido excepto los versos de Lorca. "Este teatro lo montamos para que yo fuese totalmente libre, estoy todo el rato cambiando cosas sobre la marcha", dice orgulloso de su obra que, curiosamente, siempre acaba durando alrededor de una hora y media.
En la obra se habla del desarrollo sexual de Federico y el desarrollo vital como poeta, hasta llegar a la inevitable tragedia. "No hay otra tragedia que tenga un relato más emocional que la del propio poeta que durante toda su vida, a través de los poemas, estuvo augurando su final".