El 13 de noviembre de 1992 es undía que marcó la historia de nuestro país. Aquel día se produjeron dos noticias que provocaron una gran alarma y una enorme movilización social durante los siguientes meses. Y que llenaron horas y horas de programas de radio y de televisión. La tarde del 13 de noviembre de 1992 desaparecen Miriam, Toñi y Desirée, las tres niñas de Alcàsser.
Pero más atención concitó en aquella jornada otro suceso ocurrido a más de 400 kilómetros de Alcàsser. En Aravaca, zona norte de Madrid, aquella misma noche, es asesinada a tiros una inmigrante dominicana que vive en una discoteca abandonada, la discoteca Four Roses, junto a otros hombres y mujeres de su misma nacionalidad. La víctima se llama Lucrecia Pérez, tiene 32 años, y es madre de una niña de 6.
La historia de Lucrecia Pérez, el primer caso de un asesinato racista documentado en la historia de la democracia en España, la han recogido David Cabrera y Garbiñe Armentia en el documental 'Lucrecia: un crimen de odio'.
El principal motivo para convertir esta historia en documental era la absoluta vigencia que tiene en la actualidad. Una historia que, a día de hoy, "seguía latiendo con la misma intensidad" y que, en algunos casos, funcionaba casi "como un espejo", con paralelismos inquietantes, explica David Cabrera.
Gracias al rico material de archivo que hay de la prensa del momento, supone un enorme potencial para ubicar al espectador en la historia. Para que la viviese de nuevo quien ya la vivió, y para que los jóvenes puedan ubicarse en aquellos años 90 a la perfección.
Además, encontraron material de archivo doméstico que les ha permitido documentar tanto el origen humilde de Lucrecia Pérez como la vivencia de esas mujeres dominicanas que frecuentaban la plaza de Aravaca como punto de encuentro. En el documental han intentado proyectar al personaje de Lucrecia también en todo su entorno, "en todas esas mujeres que como ella habían emigrado a España y se encontraban con las mismas dificultades".
'¿Es España un país racista?'
En 2024 todavía nos preguntamos '¿Es España un país racista?' -con los cánticos racistas en los campos de fútbol, por ejemplo-, pero "el simple hecho de que nos sigamos haciendo esa pregunta revela que la historia sigue siendo vigente".
En España está ampliamente extendida la idea de que no hay un problema con el racismo, pero "en la medida en que no asumamos que eso existe, es difícil que abordemos cualquier problema y propongamos soluciones", critica Cabrera.
Se incorporó en el Código Penal el racismo como agravante
En aquel momento no existía en el Código Penal un agravante por delitos de racismo ni existía el término por delitos de odio. Sin embargo, un año después del juicio, en 1995, se incorporó en el Código Penal el racismo como un agravante, y con los años se han ido añadiendo más casos y descripciones.
"Desde luego, el crimen de Lucrecia tuvo un impacto social y algo aprendimos, pero tampoco me atrevería a decir que nos curó contra el racismo", sostiene Cabrera.
¿Filtramos el discurso o hemos cambiado nuestros pensamientos?
Por fortuna, la sociedad actual es, sin duda, "más madura" que la de los 90, cuando empezaba a llegar la inmigración. Actualmente tenemos mucha más autoconciencia, vigilamos más el lenguaje racista. Pero "tenemos que preguntarnos qué pensamos en realidad, si solamente estamos filtrando nuestro discurso o si realmente hemos cambiado nuestros pensamientos", considera Garbiñe Armentia.
