ENTREVISTA EN 'MÁS DE UNO'

Esther, exmiembro de los Grapo: "Yo quería salvar el mundo y al final, el que me salva a mí es él"

Eva Lamarca, directora de contenidos de TrueStory, y Esther, exmiembro de los Grapo, presentan en 'Más de uno' el podcast 'Hechos Reales', una historia sobre el paso de Esther por la banda terrorista Grapo.

ondacero.es

Madrid |

Eva Lamarca, directora de contenidos de TrueStory y una de las autoras del podcast 'Hechos Reales'

En el año 2000 la banda terrorista ETA rompió una tregua unilateral de 439 días y asesinó a 23 personas en 18 atentados mortales. Aunque el saldo total de víctimas del terrorismo en España, aquel año, no fue de 23, sino de 26. Los otros tres restantes murieron en dos atentados del Grapo.

Apenas un día después de que el periodista José Luis López de Lacalle fuera tiroteado a las puertas de su casa, dos agentes de seguridad, Jesús Sobral y Gonzalo Torres, mueren acribillados en un atraco frustrado en Vigo.

Los testigos hablaban de un hombre con barba que es el que habría disparado el arma contra las dos víctimas, otro hombre que hirió al conductor del vehículo y una mujer joven. Aquel día, recién sucedido todo, nadie sabía que esa joven de 23 años que participó en el atraco frustrado se llamaba Esther. Y nadie podía saber que Esther, semanas antes aquel atentado, había acudido a abortar sola a una clínica de Vigo, después de que la violara repetidamente uno de los jefes de la banda, el responsable de los comandos del Grapo.

Cuando la revolución nunca era feminista

La historia de Esther la conocemos ahora gracias a 'Hechos Reales', un podcast de TrueStory creado por Eva Lamarca, Álvaro de Cózar y Carola Solé. Eva Lamarca, directora de contenidos de TrueStory, tenía mucho interés en conocer las historias de las mujeres dentro de los grupos terroristas pues, "pese a ser grupos revolucionarios, la revolución nunca era feminista", cuenta en 'Más de uno'.

Por ello, habló con el fiscal coordinador de crímenes terroristas sin esclarecer de la Audiencia Nacional, Marcelo de Azcárraga, quien le dio una lista de mujeres con historias muy interesantes. Así, llegó al nombre de Esther y leyó su historia de abusos dentro del grupo terrorista Grapo.

Una historia de amor dentro del Grapo

La historia de Esther es una historia de amor y éste es uno de los motivos por los que ha accedido a contar su historia, para explicar cómo "la dependencia emocional puede llevar a una persona a caminos del infierno", explica.

Conoció a Israel, su primer contacto con la banda, en una fiesta de Carnaval y se enamoró perdidamente de él. Semanas después, fue a buscarle a la casa okupa donde él vivía y comenzaron su historia de amor. "Yo siempre había soñado con encontrar a ese príncipe azul que me salvara no sé de qué", recuerda ahora sobre cómo entonces pretendía que aquello diese sentido a su vida.

Poco tiempo después, Israel le dijo que se tenía que ir "a salvar el mundo", pero realmente pasó a la clandestinidad. "Yo había oído el nombre de ETA, pero el de Grapo no lo había escuchado", dice Esther. Antes de que se fuera, le quiso pedir un recuerdo: "En vez de pedirle una pulsera o un colgante, le pedí un hijo suyo, que me dejara embarazada", cuando ella tenía apenas 18 años.

"Me hicieron sentir importante"

Poco a poco, le fueron introduciendo en la banda a través de libros, panfletos e ideas. "De alguna manera me hicieron sentir importante", cuenta, y acabaron convenciéndole para abortar.

Las técnicas y procesos de captación eran como los de una secta, aunque Esther prefiere no nombrarlo así para no quitarse su propia responsabilidad. "Esther siempre ha querido hacerse responsable de las decisiones que había tomado", añade Eva, quien insiste en la importancia de entender los procesos por los que pasa la gente para poder conectar con sus realidades.

De todas formas, desde que empezó a contar su historia, "ya no sólo fuera, sino dentro de prisión, me he dado cuenta de la bondad del ser humano", dice Esther, quien asegura: "yo quería salvar el mundo y al final es el mundo el que me tiene que salvar a mí".

A día de hoy, todavía Esther sueña con que permanece en los Grapo, "es el temor a estar dentro, a no haber rectificado, a no haberme ido", explica sobre la lucha continua a la que todavía tiene que enfrentarse.