El reportero Jorge Abad viaja en el tiempo hasta el día 10 de marzo de 1985, fecha en la que una trágica pelea entre tribus urbanas se saldó con la muerte de Demetrio Jesús Lefler. El joven de veinte años pertenecía a la tribu urbana de los 'rockers', entre otras cosas, caracterizada por las cazadoras de cuero y los tupés. Aquella noche se disponía a disfrutar de un concierto en la mítica sala de la movida madrileña Rock-Ola, pero todo se torció cuando apareció un grupo de 'mods', reconocibles por sus polos entallados, con los que su banda solía enfrentarse.
De algún modo, los insultos entre los jóvenes comenzaron a sucederse y, al parecer, Demetrio sacó una navaja para amenazarles. No obstante, el arma le fue arrebatada y recibió dos puñaladas en la espalda además de un botellazo que le provocaron la muerte. El fatídico desenlace de la pelea supuso el cierre definitivo de Rock-Ola, la sala donde llegaron a actuar artistas como Depeche Mode o Spandau Ballet.
Iñaki Domínguez es el experto de la memoria histórica callejera de Madrid, el especialista de los macarras que ha dotado de fundamento teórico al movimiento de aquellos que se enfrentaban a botellazos en incidentes oscuros y trágicos como el de Lefler. Licenciado en Filosofía, doctor en Antropología cultural, colaborador de varios medios, es autor de una obra de referencia sobre el tema, Macarras interseculares. Una historia de Madrid a través de sus mitos callejeros, y ahora acaba de publicar en la editorial Akal un ensayo breve pero muy interesante que se titula Macarrismo y que, como apunta en el prólogo, es una antropología sobre la “gente real”, sobre aquellos que han vivido los barrios en primera persona.
Macarrismo
Para entender la realidad de lo que el filósofo denomina "macarrismo", Domínguez ha comenzado por explicar el contexto sociocultural en el que emergió este movimiento. Lo cierto es que el desarrollo urbanístico que propició el éxodo rural y el aumento poblacional en barrios más marginales, derivó en el nacimiento de los primeros movimientos macarras en torno a la década de los 70. "Eran aquellos de los pantalones de campana y los pelos largos", señalaba.
Aunque la figura del macarra ha evolucionado adaptándose a los nuevos tiempos, Domínguez ha explicado que el denominador común de todo macarra siempre ha sido la violencia. “El macarra aspira a ser respetado sembrando el terror”, explicaba antes de apuntar que “no es que el macarra no tenga miedo a pelear, sino que le apasiona”.El auge de las tribus urbanas, influenciadas por el cine y los años de la Movida Madrileña, fomentó la violencia por la violencia. "El hecho de pertenecer a barrios distintos ya era motivo de enfrentamiento, de modo que si encima existían diferencias identitarias, la violencia se convertía en norma", ha subrayado.
En la actualidad, cabe destacar que "los macarras están mucho más preparados de lo que estaban". La realidad es que muchos han aprendido nociones de defensa personal y además, están ciertamente más ilustrados que antaño. ¿Cómo es posible realizar tal afirmación? Puesto que, en cualquier caso, Iñaki Domínguez se ha propuesto desgranar la esencia intrínseca al macarra por medio de entrevistas reales y reportajes que, por el momento, le han llevado a los bajos fondos de la capital, aunque no descarta estudiar este arquetipo personal en otras zonas geográficas.
