Francisco Ibáñez, autor de 'Mortadelo y Filemón', '13 Rúe del Percebe' y 'Rompetechos' entre otros títulos, presenta en Más de uno su nuevo álbum de Mortadelo y Filemón: 'Misión por España'. En este cómic, los superagentes recorren toda España para desenmascarar a una red de narcotráfico. A lo largo de las 48 páginas del libro, se pueden reconocer monumentos de muchas ciudades españolas como la Giralda de Sevilla, el acueducto romano de Segovia, la Cibeles de Madrid o la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.
Ibáñez explica que este libro, disponible en librerías desde el pasado 8 de abril, "se lo debía a los lectores de todos los rincones del país" y, por una vez, en vez de ser él quien va por las regiones de España presentando sus libros, "han pasado las regiones por el libro y he intentado dar un garbeo a mis personajes por España".
Además, sostiene que su libro "tiene una ventaja: no salen los políticos" y se muestra satisfecho por lograr que el lector se ría con otros temas. Sin embargo, Ibáñez siente lástima por no poder firmar libros ni encontrarse con sus lectores, pero confía en que el año que viene todo mejore.
"Seguiré dibujando hasta que haga boom"
A sus 85 años, Ibáñez broma que se encuentra en su "plena juventud" y dice que tiene toda la vida por delante. Por ello, el dibujante afirma que seguirá escribiendo y dibujando hasta el momento de su muerte, en concreto, “hasta que haga ‘boom’ y se me caiga la cabeza sobre el tablero”, dice.
Ibáñez cuenta que se levanta todos los días a las seis de la mañana, se pone a dibujar en su tablero desde las siete de la mañana y no para hasta la hora de comer. "Dibujar día tras día es una gozada de verdad", explica el autor, quien asegura que no conoce lo que son las vacaciones. "Sólo tengo tiempo para leer", cuenta Ibáñez y confiesa que, cuando se queda sin ideas, se pone a leer sus propios libros y así recupera la inspiración para continuar dibujando.
Ibáñez y la censura
En su cómic '13 Rue del Percebe', en uno de los pisos había una especie de "monstruito que creaba sus propios personajes". Las publicaciones estuvieron editándose durante un tiempo hasta que la censura franquista se lo tachó porque "los seres humanos sólo los puede crear el sumo hacedor", cuenta Ibáñez riéndose.