Plaza Miguel Hernández de Alfafar. Una pequeña multitud de vecinos acuden a la churrería de José, quien ha logrado salvar una de sus dos churrerías para dar una "pequeña alegría" a las personas que hacen cola desde primera hora de la mañana para probar sus churros. "La gente está muy contenta de que estuviéramos ya aquí, porque estaba todo muy triste y solitario", le cuenta José a Alsina.
"La gente se llevó una pequeña alegría. Teníamos dos churrerías, una se la llevó el agua, y esta la teníamos en otro pueblo que me pongo los domingos, pero se la llevó flotando el agua y la pude salvar", asegura José, que pese a perder uno de sus dos negocios comenta que así puede "arrancar" y "tirar un poquito hacia adelante".
José dice que ha tenido que "empezar de nuevo" para no encontrarse muchos días parado al ser autónomo: "Aunque casi lo has perdido todo, de salud estamos bien, pero todo se ha perdido. Un bajo donde guardábamos los ingredientes, el coche... Todo eso se ha perdido".
Además, José quiere lanzar un mensaje de optimismo: "La botella hay que verla media llena. Hay que mirar para adelante e intentar que todo funcione bien".
Por último, habla del secreto de sus churros: "Le echamos agua y harina, lo que pasa es que lleva unos ingredientes, algunos en secreto, y luego es importante las cantidades para que salga bien. Parece fácil, pero hay que darle su puntito".