La retirada del Ejército ruso en el Oblast -la región de Kiev- ha sacado a la luz una realidad invisible que estaba ocurriendo mientras nadie podía mirar.
A las imágenes que nos han llegado, fotografiadas por periodistas desplazados en el terreno, se suman ahora los testimonios de quienes han sobrevivido a las atrocidades rusas en ese territorio, con algunos de ellos hemos podido hablar en 'Más de uno'.
Ciudades como Bucha, Hostómel, Irpín… dejan un rastro de sangre y muerte. También, historias de vidas truncadas, de personas que veían en Ucrania un país pacífico y donde desarrollarse.
Historias de vidas truncadas de quienes llegaron a Ucrania huyendo de sus países
Historias como la de Konstantin Gudauskas, kazajo, o Mijail Sava, ruso, que llegaron a Kiev como tantos ucranianos llegan ahora a España y otros países de la Unión Europea: como refugiados. Huyendo de los regímenes totalitarios de su país.
Mijailllegó desde Rusia a Ucrania huyendo del régimen de Putin, contra el que batalló. Konstantin, desde Kazajistán, en 2019. Los dos veían en Ucrania todo lo opuesto a su tierra natal.
"Me enamoré de Ucrania a primera vista. Me alojé en Bucha, que era lo que esperaba; una ciudad muy verde, muy bonita, muy noble". Era, dice Mijail. Porque ahora allí, en Bucha, solo queda la devastación.
Mijail y Konstantin decidieron defender el país que les había acogido como si fuera el suyo, lo hicieron como voluntarios
En esa zona Mijail y Konstantin, al comienzo de la guerra decidieron defender el país que les había acogido como si fuera el suyo, lo hicieron como voluntarios. Ahí fue donde se conocieron nuestros dos protagonistas. Entregaron comida, ayudaron y atendieron en zonas ocupadas y, cuenta Mijail, vieron cómo se cometían crímenes de guerra.
Los "orcos", los soldados rusos, les disparaban a los pies
Y fueron también víctimas, junto a sus otros compañeros voluntarios, de las acciones de los que el propio Konstantin llama “orcos”, los soldados rusos, les requisaron los teléfonos y les atacaban.
Y en el camino, se encontraron historias desgarradoras. Pero también de salvación gracias al trabajo humanitario. Ante las acusaciones de montaje de Rusia, la respuesta incontestable de las imágenes de decenas de cadáveres de civiles, maniatados o en fosas comunes y de historias como estas que nos han contado.
"Sálvame, por favor", le pidió a Konstantin una joven de 15 años
En el pueblo residencial de Vorzel, que pertenece a Irpín -a 8 kilómetros de Kiev- tomado prácticamente desde el principio.
Konstantin estaba sacando comida del maletero de su coche. Sin él percatarse, una joven de 15 años, con apariencia de niña aún menor, entró en su coche sin él darse cuenta, cuando ya arrancó, escuchó la voz de la menor en el asiento de atrás que le decía,“sálvame por favor”.
Nos ha contado la historia desgarradora de esta niña:
Era la prisionera de unos soldados rusos que tendrían 20 años. La mantuvieron durante diez días en el sótano y la iban violando por turnos
"Ella era la prisionera de unos soldados rusos que tendrían 20 años. La mantuvieron durante diez días en el sótano y la iban violando por turnos. Cuando la niña se desmayaba, le echaban agua fría y le pegaban en la cara para despertarla. Ella vio cómo mataron a su madre; estuvo sangrando durante dos días seguidos. La madre vio antes de morir cómo violaban a su hija repetidamente. Frente a ella mataron a un adolescente que tendría 14 años.
Una vez, cuando estos animales se emborracharon y la violaron, se quedaron dormidos. Ella aprovechó y escapó. Me vio que estaba descargando la ayuda humanitaria de mi maletero, con la puerta abierta, fue corriendo y se escondió. Así logró salvarse".
Konstantin se ve reflejado en todos los refugiados
Dos días sin poder dormir estuvo Konstantin después de esto. A pesar del golpe psicológico ha seguido ayudando. Él, que llegó a Ucrania como refugiado desde Kazajistán, uno de los pocos que pudo hacerlo. Porque casi todas las peticiones de asilo eran rechazadas.
Konstantin se niega a ser de nuevo un refugiado. Ahora le toca ayudar y no huir
Él, Konstantin, se ve reflejado en esos 4 millones de ucranianos que según Naciones Unidas, han huido a otros países y en los más de 6 millones que se han desplazado dentro del país.
Por eso, se niega a ser de nuevo un refugiado. Ahora le toca ayudar y no huir. Es lo que se repite a sí mismo cada día. Es el momento de ayudar.