En Más de Uno queremos conocer cómo están viviendo la crisis sanitaria y económica derivada de la Covid-19 las personas que conectáis a diario con nosotros para informaros y entreteneros. En el programa de hoy hablamos con Roberto Sieteiglesias, conductor de la EMT de Madrid, trabajo de cara al público donde tiene que soportar numerosas actitudes y comportamientos por parte de los viajeros de autobús. Entre las quejas más comunes está el viajero que protesta por tener que colocarse la mascarilla o quien se queja por las ventanas cerradas, aunque los autobuses se ventilan constantemente y llevan puestos los extractores, explica Roberto.
Antes de la pandemia, Roberto trabajaba también en el aeropuerto, pero les hicieron un ERTE. En julio, le reactivaron con el objetivo de finalizar finalizar su contrato. En la EMT realiza un turno partido con otro compañero, estrategia para no tener a gran parte de la plantilla sin trabajar. "Por eso, quizá, en la EMT no ha habido ERTEs", dice el autobusero.
Durante los meses de confinamiento, los conductores desinfectaban en cada turno su puesto, y los pocos viajeros que utilizaban el servicio, en su mayoría trabajadores, "subían al autobús con mucho miedo, era una situación muy rara", comenta Roberto. Sin embargo, ahora nota que va normalizándose la situación, con más viajeros y mucho tráfico.
Hace un año, en marzo del 2020, Roberto estuvo enfermo con algo "tipo gripe, pero con un dolor muy fuerte de garganta y de pecho". Cuando llamó a los servicios médicos, le dijeron que se aislase en casa junto a su familia. "Ahora me fatigo bastante más", cuenta sobre las secuelas de la enfermedad.
Un compañero de su línea de autobús sufrió una neumonía muy fuerte a causa del coronavirus. Cuando le dieron el alta y pensaba que estaba recuperado descubrió que las secuelas eran trombos en el pulmón. "Ha estado entre la vida y la muerte", dice Roberto de su compañero, que sufrió dos infartos estando en el hospital ingresado.