Raúl Gay, licenciado en ciencias políticas y periodista de profesión, es uno de los casi cuatro millones de 'retrones' que hay en España. Además, este zaragozano tiene focomelia, una enfermedad que provoca un desarrollo deficiente de los huesos de las extremidades. En todo el mundo hay apenas 150 casos de focomelia en el mundo y cada uno presenta una peculiaridad diferente. En el caso de Raúl, no tiene brazos, sino que sus manos se se encuentran a la altura de los hombros y para desplazarse utiliza unas órtesis y una silla eléctrica.
Con todo esto, Raúl Gay es el autor del libro 'Retrón: Querer es poder (a veces)', donde cuenta su historia como retrón, un término que, según él mismo cuenta, es una manera humorística para hablar de la discapacidad. "Como hay tantos términos eufemísticos, éste es una forma de decir 'no me importa qué término utilices, sino cómo me trates, qué derechos me des y qué igualdad me otorgues'", explica Raúl en Más de Uno.
A sus casi 40 años, todavía no sabe exactamente cuál es la causa de su enfermedad, pero probablemente esté relacionada con algún tipo de radiación. Raúl confiesa que su enfermedad nunca supuso una diferencia respecto a otros niños cuando era pequeño. Sin embargo, es ahora al ver a su hija Vega jugar, cuando se da cuenta de la cantidad de actividades que él no pudo hacer de niño.
Raúl insiste en la importancia del entorno y de las condiciones socioeconómicas de cada familia con un miembro con discapacidad. Es consciente de la suerte que tuvo al nacer en una familia de clase media cuyos ingresos permitían pagar todos los gastos relacionados con su enfermedad, algo que no todo el mundo puede permitirse: "mi silla de ruedas vale 6000 euros y hay muchas familias que no lo pueden pagar", sostiene.
Además, critica el discurso actual de 'si quieres, puedes' o 'todo depende de ti' porque acaba culpabilizando a la víctima. "No me gustan los discursos en los que se plantea a las personas discapacitadas como ejemplos de superación porque las condiciones socioeconómicas de cada uno son determinantes para superar las barreras", insiste Raúl.
Raúl se declara optimista, pero sabe que lo más importante es asumir las limitaciones de cada uno, y en su caso, su mayor limitación es no poder ir al baño solo. Sin embargo, repite: "la clave de la felicidad no está en lo físico, sino en las relaciones sociales que creamos".