El caso de Los Diablos de la Baja Módena fue una truculenta historia de abusos sexuales, pederastia y ritos satánicos que al final se demostró que era mentira. La verdadera realidad salió a la luz tras la investigación periodística de los reporteros italianos Pablo Trincia y Alessia Rafenelli y que acabó con la revisión judicial del caso en 2017.
Aquella investigación llevaba el nombre de 'Veneno' y se publicó en forma de podcast documental, en el diario La Repubblica, con gran éxito. Ahora también se puede leer esta historia en papel, pues la editorial Ariel acaba de publicar el libro homónimo 'Veneno'.
Reconectar con las historias para ayudar a la gente
En 2014 Pablo Trincia estaba cubriendo la enfermedad del Ébola en Liberia, donde era consciente de que había perdido la conexión emocional y personal con aquellas historias que contaba, se había dejado por el camino la sensibilidad. Por eso, "necesitaba una nueva historia para reconectarme" cuenta ahora Trincia sobre cómo él había perdido uno de los fundamentos del periodismo que consiste en ayudar a la gente.
De pronto se dio de bruces con la historia de una mujer que había sido absuelta de los cargos por abusar de sus hijos. Ella misma le habló de un caso más grande, de la historia de diciséis niños que fueron separados de sus padres en dos pueblos del norte de Italia durante los años 1997 y 1998. Los servicios sociales y la justicia sospechaban de sus padres por pertenecencia a una red satánica y de cometer abusos sexuales.
Un fenómeno de contagio entre los falsos testimonios de los menores
"Se me abrió un mundo increíble, el mundo de los falsos recuerdos y de la memoria", explica Trincia sobre lo moldeable que es la memoria, especialmente de los niños. Estos menores cuando fueron separados de sus padres hablaban con psicólogas y, a través de sus preguntas, fueron formando recuerdos falsos relacionados con unos abusos que jamás sufrieron.
Se me abrió un mundo increíble, el mundo de los falsos recuerdos y de la memoria
Los psicólogos deben realizar preguntas abiertas, sin la respuesta en ellas, porque de lo contrario, "el riesgo es que vas a poner algo en la mente del niño, le estás dando la respuesta".
Al final, se produjo un fenómeno de contagio entre los testimonios falsos de los niños, lo cual se extendió al propio sistema judicial y a unas condenas sin pruebas.