Zuhaitz Gurrutxaga llegó a cumplir su sueño de cuando era niño: jugar como defensa central en el equipo de su vida, en la Real Sociedad. Su problema, sin embargo, era que era incapaz de alegrarse por ello. La alegría de sus compañeros y los aficionados de su equipo ahondaba aún más su tristeza. No soportaba la idea de ser campeón.
En la temporada del 2002-2003 -histórica para la Real porque casi gana la Liga- Zuhaitz era un canterano de 22 años que, después de un comienzo prometedor, había ido perdiendo poco a poco protagonismo en el equipo. De hecho en aquella temporada histórica jugó solo 91 minutos.
Ahora acaba de publicar el libro 'Subcampeón' en el que cuenta la historia de su vida junto a Ander Izaguirre, coautor del libro. Zuhaitz le contó su historia, con luces y sombras, a Ander, a quien le encantó su forma de encajar cosas trágicas contadas con humor: "esa combinación de tragedia y humor, y una historia tan rica y con tantos personajes me hizo cambiar los planes".
Subcampeón es una manera de mirar la vida
El libro lleva por título 'Subcampeón' porque la Real Sociedad quedó subcampeona de Liga, algo histórico. Además, para él ser subcampeón es también una manera de mirar las cosas; "alguien que le va bien, tiene bastante éxito, llega a la final, pero acaba perdiéndola. Y es una posición que crea bastante empatía", dice.
En definitiva, el subcampeón es alguien que le va bien, pero pierde, como le ocurre a todo el mundo y precisamente por eso cae tan bien. "Subcampeón es una posición en la vida, en el mundo, idónea sobre todo si quieres hacer comedia, que es lo que a mí me gusta", sostiene Zuhaitz.
Cada vez que perdía la Real sentía que estaba menos solo
En aquella época sufría ansiedad, depresión y finalmente un trastorno obsesivo-compulsivo muy severo que le incapacitaba para la vida, para el fútbol y para ser feliz. Así, cada vez que ganaba la Real la distancia entre su tristeza y la alegría de la provincia se alargaba.
Por el contrario, "cada vez que perdía la Real sentía que estaba menos solo, que la tristeza de los demás se acercaba más a la mía. Pensaba que iba a ser incapaz de soportar la alegría que traería ser campeones de Liga", cuenta Zuhaitz mientras se siente triste y avergonzado por ello.