Se trata de un parque muy particular donde se escucha todo el tiempo la voz de los adultos diciéndole a los niños que no se suban a las rocas.
¿Por qué?
Pues resulta que es un monumento a los mártires de los barcos para prisioneros. Un memorial a los pobres diablos que murieron a bordo de los dieciséis barcos-prisión que tenían los británicos anclados en el East River durante la guerra de independencia de Estados Unidos.
Once mil quinientos prisioneros de guerra encerraron en esos barcos los ingleses durante la contienda y, atención porque aquí viene lo notable, entre ellos hubo centenares de españoles.
Resulta que, en su momento, llegó a haber placa conmemorativa en recuerdo de los españoles. La que trajo en su visita oficial del 76 el Rey Juan Carlos.