El Cardenal Cisneros es el hijo más ilustre de Torrelaguna, donde nació hace 588 años. A lo largo de su vida fue sacerdote, abogado, arcipreste, confesor de la reina Isabel, arzobispo de Toledo, Inquisidor General e incluso regente de Castilla. Le sobró tiempo, entre otras cosas, para fundar la Universidad de Alcalá, pero lo más destacable no fueron tanto sus títulos, sino su forma de ser: un político incorrupto, libre, que buscaba el bien del pueblo.
En Torrelaguna coinciden dos elementos que configuraron a Cisneros para llegar a ser quien fue: un padre abogado y una madre hospedera. Desde pequeño, fue considerado un chico despierto, listo, con gusto por el estudio y con capacidad por aprender. Por ello, su familia se esforzó para que estudiase.
Le mandaron a Roa, con un tío cura, a Alcalá de Henares y a Salamanca a estudiar. A partir de ahí desarrolló una carrera muy vinculada a la iglesia católica, pero también una importante carrera política, la cual "hizo a base de palos", cuenta en 'Más de uno' Pedro Miguel Lamet, escritor y autor de una biografía novelada sobre el Cardenal Cisneros que se titula 'El tercer rey'.
Un político a la fuerza
Debido a los problemas económicos de su familia y una incompatibilidad para estudiar una carrera en España, acabó siete años en la cárcel. Aquellos años le purifica y le cambian "de un hombre que buscaba interés y hacer carrera en la Iglesia a un hombre que pasará por una etapa ascética, cuando Mendoza le hizo vicario de Sigüenza", cuenta Pedro Miguel. Después, dejó todo de nuevo para meterse otros muchos años a la vida de ermitaño.
En este sentido, José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, decano de la facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense, considera que "Cardenal Cisneros es un político a la fuerza". Lo que quería era hacer carrera eclesiástica -pues era el segundo de su familia y tenía que ayudar económicamente- "pero su carrera política viene impuesta por el Cardenal Mendoza, que es quien le nombra vicario en Sigüenza y, tras esa etapa, le recomienda a Isabel la Católica como su confesor", explica José Luis.
Obligado por la reina Isabel la Católica a ser el arzobispo de Toledo
Al ser confesor de la reina, Cisneros puso como condición no vivir en la Corte, pues no quería ser ese tipo de eclesiástico corrupto, que es más político que otra cosa. Cuando murió Mendoza en 1495, Isabel la Católica le obligó a ser arzobispo de Toledo. "Eso ya era entrar en la carrera política porque era el canciller mayor del reino", puntualiza el decano.
Aunque Cisneros se resiste, era una persona de tal nivel intelectual y de honradez política y personal, que emprendió una carrera política a la fuerza, "pero cada vez más convencido de que ahí está su lugar, de que Dios le ha puesto ahí".
En definitiva, Cisneros era un hombre de grandes contrastes, pero en el que predominaba la autenticidad y la honradez. "Realmente buscaba el bien del pueblo", dice Pedro Miguel.
Un político progresista que buscaba el bien del pueblo
Para la política de su tiempo, el Cardenal Cisneros se podría encuadrar dentro de "un político progresista", dice con reservas José Luis, porque si vemos lo que había antes y lo que se pretendía conservar -el feudalismo- el Cardenal Cisneros rompe con todo eso y también lo hacen los reyes Católicos.
"La monarquía entonces era progresista frente a lo que había antes. En cambio después con el liberalismo, el absolutismo deja de ser progresista. Dentro de esa dinámica, Cisneros fue progresista para entonces", considera el decano de la Universidad Complutense.