Historia de las 153 notas, la partitura de Las Vejaciones
El compositor Erik Satie escribió una obra de solamente 153 notas, que caben en una página. Pero, la verdadera excepcionalidad de la composición está en la aclaración que dejó su autor para la posteridad. Para que aquella página adquiriera sentido como una creación debía interpretarse 840 veces seguidas.
En los próximos días se van a cumplir cinco años de aquellas 24 horas. El pianista Nicolas Horvath empezó a tocar la partitura de Las Vejaciones a las ocho de la tarde. Y no terminó su interpretación en el estudio central de una radio de París hasta las ocho de la tarde del día siguiente. Otros lo intentaron pero no lo consiguieron, como Peter Evans en 1970. Lamentablemente Peter no lo logró porque empezó a sufrir alucinaciones y deshidratación.
Esta partitura de Satie es un ejemplo de que -en la magnitud de una obra- la duración no viene marcada por su extensión.
La obra no llegó a estrenarse estando vivo Satie. John Cage la descubrió en los años cincuenta, pero no pudo hacerla sonar en un escenario hasta 1963. Fue en un concierto surrealista en en el Pocket Theatre de Manhattan. Los asistentes debían pagar cinco dólares por la entrada. Luego, por cada veinte minutos que se quedaran, que aguantaran iban recibiendo un reembolso de cinco centavos. La interpretación de la pieza de Satie duró 18 horas y 40 minutos. Con la participación -en aquella ocasión- de once pianistas distintos.
Según el periodista George Plimpton, Andy Warhol asistió a aquel concierto de más de 18 horas, quedándose de principio a fin, para presenciar la interpretación casi hasta lo perpetuo de sólo 153 notas. El propio Warhol, inspirándose en Satie, filmaría después un documental tan estático como interminable. En Sleep, Warhol grabó como su amigo John Giorno dormía durante cinco horas y veinte minutos. Es un documento de intención excéntrica y de entretenimiento absolutamente nulo.
Se ha especulado mucho sobre el significado de Vejaciones, de esta música que están escuchando. Hay quien piensa que es una parodia de los ejercicios que se mandaban estudiar en el Conservatorio. Otros opinan que Satie se quiso burlar de Wagner. Y luego -claro los esotéricos siempre están dispuestos a tirarse en plancha: relacionando directamente esta pieza con el diablo por el uso insistente del tritono, que es una disonancia que en música se la llama Diabulus. Aunque, sin más divagaciones, esta partitura de Satie podría considerarse como un intento de dar relevancia estética al aburrimiento.
Sólo tras el necesario acto de aburrirse se puede tener la sensación de que ya no se está en el vacío. Erik Satie vivió la intensidad de ese lugar mítico de París llamado Montmartre, donde se emborrachaba con Picasso y con otros músicos como Rabel o Debussy. Pero, se enamoró de la pintora impresionista Suzanne Valadon. Ella pintó uno de los retratos legendarios que de él han quedado. Pero tiempo después le dejó por un banquero. Aquella fue la única historia de amor de la vida de Satie antes de que se muriese de cirrosis. De modo que también es posible que ese ejercicio de flagelación partitúrica llamado Las Vejaciones esté relacionado con aquello que dijo el Nobel Elie Wissel: lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia.