Historia de Baba Lena, la abuelita viajera
Se ha cumplido ya un año del fallecimiento de Baba Lena, la que fuera conocida como "la abuelita viajera". Una historia sobre la edad y el frío.
Advirtió el poeta Tomás Segovia que el frío alguna vez es moral. Otra veces, el frío es normal. En la localidad de Oymyakon, el frío gélido es algo normalizado. Oymyakon es un lugar ubicado al este de Siberia. Fue allí donde una vez se alcanzaron 71 grados bajo cero, que es la temperatura más baja registrada en un lugar habitado. Ahora mismo, en este momento, en Oymyakon los termómetros están marcando 52 grados por debajo del cero. Ahora mismo, 52 bajo cero. De modo que en esa aldea de 450 habitantes se sale más bien poco de casa. Para lo que más se sale es para ir al aseo.
Piensen que en Oymyakon las tuberías no tienen demasiado sentido, porque reventarían debido a las extremas temperaturas. Por eso, el retrete suele estar en una medio caseta medio letrina que se construye al lado de las casas. Y allí, en ocasiones, se complica ese instante que transcurre justo antes de subirse los pantalones porque a veces se congela hasta el papel higiénico, salvo que se lleve papel calefactado desde casa. En Oymyakon, en Siberia, un pez se cubre de hielo sólo 30 segundos después que lo hayan sacado del agua. Por eso, es absurdo comprar una nevera. Allí se congelan hasta las lágrimas.
Baba Lena nació en Siberia en 1927. Baba Lena fue una mujer que comenzó a viajar sola con 87 años. Su primera aventura fue tres años antes de ser nonagenaria. Baba metió ropa en una mochila y se fue a conocer la República Checa. Lo que más le gustó de aquel primer destino fue un balneario. Después, Baba Lena ya había viajado por los por 5 continentes, cuando en 2016 la guía Lonely Planet publicó un reportaje en el que se repasaban las aventuras de la abuela viajera. Aunque se cuenta que la primera vez que sus peripecias se conocieron fue después de que una compatriota suya contase en redes sociales que se había encontrado con una señora de noventa años viajando sola por Tailandia.
En todas su rutas, Baba Lena se manejaba con sus gestos porque sólo hablaba ruso. Contaba que a veces pedía pescado y le ponían pollo. Y eso le suponía algún problema porque ya no tenía dientes. Baba Lena salió en un montón de fotos. Nunca decía que no a nadie que quisiera salir retratado a su lado. Aunque, ella siempre salía con la boca cerrada y apretada, porque no le quedaban dientes. Y a pesar de esa mueca, la energía que tenía le marcaba una amplia sonrisa en un rostro desdentado.
La falta de dientes fue lo que la trajo a España. Una clínica dental de Canarias le costeó el viaje y la estancia para que Baba Lena conociera un lugar donde en muy rara circunstancia hace frío. Podemos convenir que Siberia es la antítesis de las islas Canarias. Y en Canarias, la gestora de la clínica proclamaba: yo quiero ser así de mayor. Y siendo ya mayor, a Baba le hicieron unos dientes nuevos con los que masticó tortilla de camarón, y probó la ensaladilla rusa con acento canario. Aunque, lo que más le gustó fue el escaldón de gofi, que es un plato típico de las islas. Y en las islas salió de marcha y hasta salió por televisión.
Baba Lena daba gracias a toda España pero especialmente, claro, a la señora que le había regalado los dientes que ella hacía tiempo ya que no tenía.
Baba Lena vivo en Siberia los años del Stalinismo, tuvo una vida llena de dificultades. Se casó con un militar que la maltrataba. Hasta que un día decidió que ya no más y huyó con su hija mudándose a orillas del río Yeniséi. Nunca se la escuchó decir eso de que ya era demasiado mayor.