con javier cancho

Historia de la batalla fue para los españoles, el relato para los ingleses

Aquel conflicto que tuvo dos orillas portuarias. La batalla la ganaron los españoles; en el relato de lo ocurrido triunfaron los ingleses.

Javier Cancho

Madrid |

Si esquivamos los intereses ideológicos y nacionalistas nos encontramos con que la Historia, la Historia con H mayúscula, aquí y allí, contiene algunos embustes clamorosos. Aunque, lo cierto es que las mayores maniobras de orquestación del engaño se hicieron en Londres.

Llegando incluso la consagración de la mentira hasta la venerada enciclopedia británica. El relato del engaño se puede rastrear en la palabra escrita, pero también en la pronunciada. Se puede rastrear hasta encontrar un discurso pronunciado por el prestigioso Winston Churchill. Es un discurso que pronunció como primer ministro, durante la II Guerra Mundial. En aquel mensaje flamígero, Winston Churchill mintió intencionadamente sobre lo que en realidad sucedió con la Armada Invencible, ocultando todo lo que después aconteció con la Contra Armada.

Esta es la voz de Winston Churchill empezando un discurso en el que decía que los británicos estaban en una posición muy diferente de la que había diez semanas atrás. Añadía que estaban mucho mejor preparados para soportar la malicia de Hitler. Y hablando de Hitler terminó enredando con lo de la Armada Invencible sin decir ni media palabra sobre el fiasco británico en aguas gallegas. Aquel discurso de Churchill contuvo unas pocas mentiras y unas cuantas medias verdades. Lo explicaba hace algún tiempo en la BBC la historiadora británica Lucy Worsley. La señora Worsley contaba que Churchill difundió una serie de historietas sin contrastar, muy exageradas y bastante manipuladas.

Un ejemplo de manipulación es la célebre batallita que tanto se cuenta en Reino Unido sobre uno de los personajes clave de la Contra Armada. El corsario -o lo que fuera- Sir Francis Drake. Se cuenta, sin que haya evidencia histórica…se cuenta que estaba Drake jugando a los bolos en la playa de Plymouth cuando -de repente- se avistaron las velas de la flota del rey de España, de la Armada Invencible. Y, Drake, sin perturbarse, dicen los británicos, sin precipitarse, insistió en acabar tranquilamente la partida de bolos haciendo alarde de flema británica. Sin que haya certeza de que ese episodio fuera así, sí hay constancia de que Drake no mantuvo precisamente la calma frente a las costas españolas. En aquella ofensiva británica a Drake nada le salió como había planeado. Primero quiso conquistar Santander, aunque terminó atacando Coruña. Ante la imposibilidad de tomar la ciudad gallega, los ingleses se dirigieron a Lisboa sin lograr tampoco ese objetivo, tratando finalmente la toma de las Azores.

Drake fue fracasando puerto por puerto, tratando de entrar en territorio hispano. Para Inglaterra fue un desastre terrible. Isabel I comprendió que España era inconquistable, del mismo modo que Felipe II, un año antes, había entendido que no podía conquistar Inglaterra. Lo que sí conquistó Inglaterra fue el relato. A los españoles nos quedó la sensación equívoca de que tras el desastre de la armada invencible vino el declive, y no fue así como sucedió.