La historia de Bob Dylan
Esta es la voz…de Bob Dylan. Fue en una fecha de 1963 cuando Joy Boyd conoció a Bob Dylan. Boyd fue el productor de los más emblemáticos discos de Pink Floyd.
Aquella noche, Dylan estaba tocando la guitarra tendido en una cama. Boyd contó años después que había mucha juerga para disfrutar en aquella velada loca, pero la forma en la que Dylan tocaba la guitarra te imantaba, no podías irte de la vera de aquella cama. Había algo en su música. Tanto había que Boyd describió aquel instante como una de las más memorables experiencias que con la música tuviera jamás. Boyd cuenta que fue él quien convenció a Dylan para que cogiera la guitarra eléctrica. Aquello sucedió en el festival Newport. Y la conversión eléctrica de Dylan fue un terremoto acústico muy controvertido. Por entonces, Dylan estaba liado con Joan Baez. Joan describió a Bob como una enorme burbuja transparente de ego.
Sucedió el 28 de agosto de 1964. Fue en una suite del hotel Delmónico, de Park Avenue, en Nueva York. Dylan se puso a liar porros de marihuana. La habitación estaba llena de humo. Y aquella fue la primera vez en que los Beatles probaron la hierba.
De regreso al 66, en aquella ocasión, Dylan se había comprado una marioneta en un mercadillo de París antes de ir a una rueda de prensa. En aquella conferencia cuando los periodistas le preguntaron…él le bisbiseaba a la marioneta y hacía como si escuchara lo que debía responder. En aquella época le encantaba el delirio como vehículo de provocación, like a rolling Stone.
La primera vez que hablé con Bob Dylan fue el 26 de junio de 1984. El estadio del Rayo Vallecano fue el lugar del primer concierto de Dylan en España. Aquella noche Santana hacía de teloreno. Y cuando Bob Dylan salió al escenario…dijo: sois cojunudos, lo dijo en español con mucho acento yanki. A la mañana siguiente, yo era el único niño que iba en el comitiva de cicerones que tenía que hacerle ruta por Madrid. La primera vez que estuve en el museo de El Prado fue con Bob Dylan. Tantas fechas después, recuerdo aquello como una alucinación. Me sentía como si estuviera llamando a las puertas del cielo.
Volvió a suceder ayer. De nuevo como si las cuatro fuerzas de la naturaleza estuvieran actuando juntas. Bob Dylan quería ver y escuchar cómo el tiempo había metamorfoseado aquel niño que con él anduvo cuando él estuvo en el museo del Prado. Pero, esta vez el encuentro ha sido asomados a un acantilado, a uno del Cabo Peñas. Y sin que ayer viniera aquella chica llamada Ángela que llegaría a ser ministra de España. Esta vez daba buena conversación el Señor Lobo, uno de los artífices del sello independiente Lovemonk. Básicamente estuvimos hablando de la teoría de las cuerdas; a estas alturas, y a las alturas de un acantilado, la teoría de cuerdas le interesaba mucho más que la guitarra y las suyas. Dice Dylan que hay una agradable afinidad entre la belleza científica y la artística. Porque así se puede ver una imagen más completa de la naturaleza de la realidad. A Bob Dylan le fascina que los especialistas en teoría de cuerdas trabajen en la oscuridad, tratando de encontrar las otras dimensiones, tratando de llamar a las puertas del cielo.