Historia de la colina de la vergüenza
Lo siguiente que vamos a contarles no lo verá usted en Facebook. En historia d, con Javier Cancho, hablamos de la colina de la vergüenza.
Fue durante una cena en Davos, Suiza. Durante aquella velada le preguntaron al multimillonario y filántropo George Soros si pensaba que Facebook se comportaba ahora de una manera más responsable que durante las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016. La respuesta de Soros fue concluyente: en absoluto, dijo. Y después añadió que "Facebook ayudó a Trump a ser presidente y volverá a hacerlo durante este año".
George Soros le ha dicho al New York Times que existe una estrategia de apoyo mutuo entre Trump y Facebook, por la que Facebook ayudará a Trump a ser reelegido, para que a su vez Trump defienda a Facebook de los reguladores y los medios de comunicación.
Trump quiere ganar las elecciones, de nuevo. Zuckerberg quiere seguir ganando muchísimo dinero. De momento, y al respecto, lo que sí ha trascendido es que Zuckerberg se reunió con Trump en el despacho oval el último 19 de septiembre.
Sobre esa reunión le preguntaban los periodistas al presidente de Estados Unidos, y Trump respondía que lo que Facebook le dice es que él es el número mundial en popularidad.
En 2016, la campaña presidencial de Trump organizó una estrategia de comunicación partiendo del comportamiento de los internautas y de quienes utilizan aplicaciones de móvil. Hubo una absorción masiva de datos para saber cómo dirigir los mensajes. Ahora, después de cuatro años, esos programas de disección social se han ido perfeccionando. La gente de Trump usa Facebook como una parte clave de su estrategia. Y en esa estrategia resulta relevante una decisión de la Red Social. Facebook no solicitará verificación de informaciones sobre los aspirantes en la campaña política de Estados Unidos de 2020. Habrá, por tanto, margen para manipulaciones, falsedades e intensidades interesadas. Es la moderna vertiente lícita de la mentira.
En Birmania, la junta militar usó Facebook para incitar el hostigamiento a los rohinyás, el grupo étnico que fue víctima de violaciones y asesinatos. Después de aquello cerca de 700.000 rohinyás huyeron a Bangladés. La Corte Penal Internacional está deliberando ahora si lo sucedido puede tener consideración de genocidio. En EEUU ya se dice que si es bueno para Facebook, es malo para la democracia.
No parece que sea bueno para la democracia lo que está ocurriendo en una isla en griega, en territorio europeo. La isla de Samos está en la zona oriental del mar Egeo, separada de Turquía por a penas kilómetro y media de agua en el estrecho de Mícala. En esa isla nacieron el matemático Pitágoras o el filósofo Epicuro. Y allí, hoy, hay un campamento rodeado de alambre de púas. Dentro de aquel perímetro de púas, pero también fuera, viven cerca 6000 solicitantes de asilo.
Todas esas personas viven en condiciones paupérrimas. Viven soportando la ineficacia del gobierno griego, la indiferencia de la Unión Europea, la caótica situación de Oriente Medio y, además, las maquinaciones geopolíticas de Turquía. Son personas vistas como un problema desde Bruselas. Como un incordio, a pesar de que hay casi 2000 niños hacinados en la colina de la vergüenza de Samos, entre los que hay más de 300 menores no acompañados. El Gobierno griego instalará vallas flotantes en las aguas de las islas del Egeo, con la intención de reducir las llegadas de refugiados desde Turquía. Está pasando en Europa, en este momento, aunque no lo veas en Facebook.