Historia de los combates cotidianos
Marco se tomó un año tranquilo. Quién es Marco, se preguntarán ustedes. Marco es alguien que no sabe dónde va.
Marco decidió abandonar la terapia. Y se lo dijo al psicoanalista. Le costó, pero se lo dijo. Al acabar la consulta, el psicoanalista le preguntó: ¿entonces, le doy cita para el mes que viene?
Marco es un fotógrafo de guerra que dejó su trabajo para irse a vivir solo al campo. Estaba harto de fotografiar cadáveres exóticos o gente que terminaría hecha fiambre. Un día, con algo de desgana, fue a ver sus padres. Y…en esa visita también vio una foto de su padre con una medalla del ejército. No sabía que te habían condecorado, le dijo Marco a su padre. Bah, durante la guerra condecoraron a casi todo el mundo, respondió el padre: las medallas salen baratas y al soldado le da sensación de ser importante. Durante mucho tiempo, Marco pensó que la relación con sus padres era la fuente de sus angustias. Hasta que un día comprendió que su infancia no había sido sino un malentendido. Y de un malentendido no puede culparse a nadie. Quizá, el psicoanálisis le llevó a esa conclusión. Dejar de buscar culpables hace que los problemas se vuelvan apasionantes.
¿Ádolf?… le preguntó la veterinaria, mirándole raro. Le puse ese nombre porque es un gato muy malo. No soy nazi, le dijo a la veterinaria. Qué gilipollas soy, se dijo a sí mismo a continuación. Meses después la veterinaria y Marco tenían una relación sentimental. Pero meses después de los primeros meses, Marco no quería convivir en la misma casa con su novia. Decía que las cosas se estropean con los cambios. Marco y Émilie, la veterinaria, discutieron. Discutieron mucho. Estaba Marco contándole el asunto cerca del río a un paisano mayor del que se había hecho amigo. La retirada es parte del combate, le dijo el paisano. A Marco le gustaba hablar con aquel señor que transmitía tanta sereniad. ¿Puedo hacerle una foto, le preguntó Marco? No, respondió el paisano. No es que desconfíe de usted. No dudo que me sacará bien. Pero, pasa a menudo que las imágenes más bonitas son las más engañosas.
Tiempo después, Marco descubre que aquel amable viejecillo había sido el oficial responsable del décimo regimiento de paracaidistas del ejército francés en el 58. Aquel paisano había torturado civiles durante la guerra con Argelia.
Marco pensó que aquel paisano mayor era un embuste humano. Cuando se lo dijo, aquel señor asumió los terribles errores que cometió cuando tenía 25 años. Le dijo a Marco que cada instante de su vida presente estaba aplastado bajo el peso de lo que fue. Le dijo que él, bastante mejor que Marco, sabía lo que significa la palabra imperdonable. Le dijo que llevaba la cruz de un hombre que ya no era. Y añadió que no pedía indulgencia ni compresión, porque -de hecho- no pedía nada.
Una tarde, Marco fue a buscar a Émilie y le dijo que había estado mirando fotos de casas para alquilar. También le dijo: todo es mejor contigo que sin ti.
Qué sucederá. ¿Habrá reconciliación entre Marco y Émilie? ¿Se irán a vivir juntos? Habrá concordia entre Marco y el viecejillo que perteneció a los servicios de información franceses en Argelia, el encargado de las torturas. Qué pasará en la vida de un hombre que camina perdido. Para responder a estas preguntas hemos de saber que nada se oculta sino para ser descubierto y nada se esconde sino para ser revelado.
Mañana la segunda parte de la historia de los Combates Cotidianos. Una historia escrita por Manu Larcenet, adaptada para Más de Uno. Donde Alsina.