Si les preguntamos por seres que tengan la capacidad de la inmortalidad, probablemente, ustedes acudirán a rincones literarios y mitológicos de sus mentes donde encontrarían a los vampiros o a los elfos.
Ha sido pensando en ficciones como el ser humano ha logrado desarrollar tanto su inteligencia. Lo ha conseguido imaginando. Aunque esa imaginación tan prolífica nos haya ido alejando de la naturaleza donde resulta que sí hay seres vivos que son prácticamente inmortales. Seres como las medusas, las anémonas o las langostas. Hay seres en este mundo que pueden morir en las fauces de un depredador, o por un cambio catastrófico en el ambiente. Pero, resulta que rara vez se mueren de viejos. Lo que confirma, una vez más, que la verdad termina siendo más extraña que la ficción.
Eran los años 50 en la ciudad de Baltimore. Poco después de parir a su quinto hijo, Henriquetta ingresó en el Hospital Johns Hopkins. Seguro que les suena: es una referencia en información sobre coronavirus. Entonces, era el único hospital de la zona que atendía a personas negras. Henriquetta fue ingresada por un adenocarcinoma cervical, que es un tumor muy agresivo. Pero, el tumor de Henrietta tenía algo que los médicos nunca habían visto hasta entonces. En aquel momento se trataba de conseguir un cultivo de células humanas que continuase vivo una vez fuera del organismo. Pero esos cultivos a penas aguantaban unos días, debido a un fenómeno conocido como el límite de Hayflick. Sin embargo, las células del tumor de aquella mujer superaron con facilidad ese límite y continuaron dividiéndose. Es decir, las células del tumor de Henrietta se habían vuelto inmortales.
El tumor era parte de ella y ella era parte del tumor. Y aunque sus células todavía vivan, hoy en día, 70 años después, aunque estén vivas en este momento, Henrietta murió a los 9 meses de habérsele diagnosticado cáncer. Lo que la mató permitió encontrar una línea celular con la que se han estudiado enfermedades muy graves. Se las llamó células HeLa por el nombre de Henriquetta Lacks. Con ellas, se logró aislar la cepa de la poliomielitis. Gracias a las células HeLa se consiguió desarrollar la vacuna para la polio, y detener una enfermedad que fue epidémica. Las células de Henriquetta han vivido más tiempo fuera de ella que dentro de su organismo. El marido de Henriquetta -el hombre- no llegó a terminar la escuela, cuando sonó el teléfono y le explicaron lo de las células de su esposa él ni siquiera sabía qué demonios era una célula, y entendió que los científicos habían mantenido viva Henriquetta en un laboratorio durante 25 años para tratar de curar el cáncer. Las células que mataron a Henriquetta han salvado tantas vidas que no se pueden ni contar.