Historia de un feminicidio
Honduras es uno de los cinco países del mundo más terroríficos para ser mujer. En una población de nueve millones de habitantes el año pasado fueron asesinadas 380 hondureñas. Aunque, esa sólo es la cifra oficial. Luego están los centenares de desaparecidas.
Se llamaba Sherill Hernández y tenía 28 años. Era funcionaria de la Agencia de Investigación Criminal que es el departamento que en Honduras se ocupa de seguir el rastro a los asesinatos de mujeres. Sherril tenía una relación sentimental con alguien llamado Wilfredo García. Era el tipo que dirigía esa oficina de la Agencia de Investigación Criminal en la ciudad de San Pedro Sula. Sherill empezó a sospechar que su amante -a pesar de ser funcionario del Estado- estaba cobrando de la Mara Salvatrucha para servirla. Se trata de una organización criminal que tiene un ejército de pandilleros. Honduras es uno de los lugares donde puede encontrarse el infierno mismo aquí en La Tierra.
El cadáver de Sherill apareció el 11 de junio de 2018. La investigación del caso estuvo llena de oscuridades hasta que se resolvió que había sido un suicidio: el informe final decía que Sherril se había pegado un tiro en la cabeza. Sin embargo, en la morgue, las forenses se percataron de que no había residuos de disparo en ninguna de sus manos. Las forenses concluyeron que había muerto estrangulada por alguien que sabía cómo evitar que aparecieran hematomas. Después de contradecir la versión policial, las forenses de la morgue de San Pedro Sula empezaron a recibir amenazas de muerte. Casi un año después del crimen de Sherill Hernández no consta que exista ningún sospechoso. Lo que sí hay es una enorme sospecha.
Hace tres semanas, el presidente de Estados Unidos dijo que quiere eliminar la ayuda de 450 millones de dólares que en su conjunto Washington entrega a los países centroamericanos para fortalecer sus sociedades civiles y contrarrestar el poder de narcos y pandillas. Trump quiere cerrar toda compuerta a las mujeres que tratan de huir de lo insoportable. Comprender lo que está sucediendo en Honduras es clave para entender lo que está pasando en las fronteras de Estados Unidos. La mitad de los crímenes machistas en Honduras los cometen los cárteles de la droga. Es algo que va más allá todavía de la propia violencia doméstica. Las mujeres son asesinadas con disparos en la vagina, son desmembradas, degolladas delante de sus hijos, son desolladas vivas. Hay una violencia sobre lo femenino con una brutalidad única en el mundo. El 41 por ciento de las mujeres y niñas asesinadas en Honduras presenta signos de mutilación. Y nueve de cada diez crímenes femeninos ni siquiera llegan a los tribunales. Estamos hablando de un lugar donde se puede contratar un sicario por 50 dólares.
Sonia Nazario es una periodista que ganó el Pulitzer, Sonia publica en el New York Times donde publicó testimonios de mujeres hondureñas, como Elena García, que fue violada siendo una adolescente y ha sido violada siendo una mujer adulta. En las dos situaciones fue violación en grupo. Las mujeres en Honduras dicen que cuando salen de casa nunca saben si van a regresar. Dicen es como si siempre hubiera alguien que quisiera matarte...sólo por ser mujer. Sin embargo, en la frontera de Estados Unidos las mujeres que allí se agolpan, las que huyen, son tratadas como delincuentes, cuando se trata de víctimas. Hay lugares en el mundo donde sobrevivir es resistir a decisiones injustas cada pocos minutos, todos los días.