Historia de una frase atribuida a Einstein
"Si las abejas desaparecieran del planeta, a los humanos sólo nos quedarían 4 años de vida". Esta afirmación fue atribuida a Albert Einstein. La pregunta es: ¿la dijo o no la dijo?
Pensemos en el sexo de las plantas. Para que una planta hembra pueda reproducirse con una planta macho, se necesita que haya polinización. De modo que si los insectos polinizadores dejaran de existir entonces tendríamos un problema apocalíptico. Pensemos en que para que una fresa llegue a ser una fresa, requiere de al menos 21 visitas de algún tipo de abeja. Las abejas no son los únicos insectos polinizadores, pero resultan esenciales en cultivos como la fresa, la alfalfa, las almendras, los pepinos, las manzanas, los tomates, las sandías. Sin las abejas no sería posible el zumo de naranja. Cerca de dos terceras partes de nuestra dieta proviene de plantas polinizadas por insectos.
Hay una preocupación oficial en la Unión Europea. En los últimos años, diferentes estudios científicos han señalado cierto declive de los polinizadores, hostigados por demasiadas amenazas: la destrucción de su hábitat, el abuso de pesticidas. Y el mayor de todos los peligros: la emergencia climática. En China, en el condado de Hanyuan, ya hay personas polinizando a mano, como consecuencia de la menguante población de polinizadores.
En un día, una abeja puede llegar a visitar 2000 flores distintas. Pero, hay muchas más abejas que las de la miel. Sólo en España hay mil especies diferentes de abejas. Y precisamente, las abejas de la miel no están en peligro de extinción. En cambio, no se sabe qué está pasando con el resto de polinizadores silvestres. Sí hay una certeza: su extinción supondría un nefasto efecto dominó. Parece, por tanto, que estemos ante un asunto muy serio. Y sin embargo, y sorprendentemente, cuando se habla con los científicos confiesan una anomalía. En realidad, no sabemos cuánto está menguando la población de polinizadores. No lo sabemos porque no se han hecho estudios sistematizados. Estaríamos ante una gran inquietud sobre la que no se han hecho indagaciones. Parece inverosímil, pero es así. No hay datos sobre lo que está ocurriendo, no los hay con la suficiente perspectiva. Lo que hay son estudios analíticos de un alcance geográfico limitado, sin la evaluación del impacto de todas las amenazas.
Esta es a voz del mismísimo Albert Einstein. Esta es su voz. Sin embargo, lo de las abejas no fue una frase que él pronunciara.
El primer registro de esta frase procede del año 1994, en el contexto de una protesta de apicultores en Bélgica. Es muy posible que alguien pensase en utilizar a Einstein. Era una nueva modalidad del fin justificando los medios. Sobre la frase en sí misma, habría que decir que sin lo insectos polinizadores, sin la biodiversidad, nuestra existencia estaría algo más que cuestionada.