Historia de los gusarapos: Existen y convierten a las hormigas en zombis suicidas
Saben ustedes que los gusarapos sí que existen. Son bichos reales, aunque no fuéramos capaces de verlos. Ahora ya sí.
Miliki nos hizo creer que el gusarapo era un muñeco de trapo. Había buena intención en Miliki, pero en este asunto desvió la atención de la infancia sobre verdadera naturaleza de monstruo que hay en un ser como el gusarapo.
Un equipo científico del Museo de Historia Natural de Londres ha obtenido por primera vez imágenes sobre cómo se mueve un parásito que tiene actitudes que pueden considerarse aterradoras. El gusarapo chico convierte a las hormigas en zombis suicidas.
Sí, el gusarapo es un puñetero parásito capaz de manipular el comportamiento de sus anfitriones para su propio beneficio. El ciclo de la vida del gusarapo chico comienza de la misma forma que la de muchos parásitos, comienza como un huevo que escondido entre el estiércol. Son heces que a los caracoles les agradan. Los caracoles se las comen convirtiéndose así en el primer huésped del gusarapo. Dentro del caracol es donde las larvas del gusarapo se incuban y se desarrollan.
Cuando ya han crecido el caracol expulsa al parásito dentro de una sustancia viscosa que atrae a las hormigas. Las hormigas ingieren esas bolas de mucus en cuyo interior está la larva del gusarapo. Y es en ese momento cuando la larva del gusarapo se aloja en el cerebro de la hormiga tomando el control absoluto de su destino.
Con la larva del gusarapo controlando el cerebro de la hormiga se da un proceso asombroso. Cuando llega la noche el gusarapo obliga a la hormiga a hacer algo que a una hormiga no parasitada no le resultaría sensato. Pero el gusarapo obliga al insecto a subir hasta la parte más alta de una hierba y ahí es donde la hormiga se sujeta con sus mandíbulas hasta la mañana siguiente. Y así ocurre cada noche, la hormiga -con el gusarapo dentro- pasa cada madrugada aferrada con sus mandíbulas a la parte más alta de una hierba esperando qué: esperando a ser comida. Porque para completar su maduración, el gusarapo precisa un huésped mucho más grande. Un huésped tan grande como un vaca.
Los gusarapos adultos se reproducen dentro del conducto biliar del animal infectado, de la vaca, que es el tercer inquilino del extraño pasajero. Y una vez dentro de la vaca sus huevos, los huevos del gusarapo, viajan ocultos dentro del estiércol vacuno, comenzando de ese modo un nuevo ciclo de vida.
Utilizando la microtomografía de rayos X los científicos del Museo de Historia Natural detectaron el instante en el que el parásito invade la región del cerebro de la hormiga, obligándola a mantenerse sujeta a la parte alta de la hierva aferrándose con la mandíbula esperando a ser comida por una vaca. En ocasiones, los caminos de la naturaleza son inescrutables. Pero, hasta un vericueto tan recóndito como el del gusarapo ha sido contemplado. El gusarapo existe e incluso podría estar dentro de ustedes. Porque aunque los gusarapos suelen instalarse en los aparatos digestivos de los rumiantes, en ocasiones también llegan a las barrigas humanas. Esperemos que no alcancen la nuestra ¿verdad?