No sé de qué hablar. ¿De la muerte o del amor? O es lo mismo. Nos habíamos casado no hacía mucho. Aún íbamos por la calle agarrados de la mano, hasta para ir de compras... Yo le decía: ¡Te quiero!. Pero aún no sabía cómo la quería...no me lo imaginaba.
Ella trabajaba en la unidad de bomberos. Yo siempre sabía lo que le pasaba. En medio de la noche oí un ruido. Miré por la ventana, no vi la explosión, sólo las llamas.Todo parecía iluminado, el cielo entero. Eran unas llamas altas. Y hollín, había mucho hollín y hacía un calor horroroso. Y ella seguía sin regresar. Yo siempre sabía lo que le pasaba.
Luego supe que se fueron sin los trajes de lona; se fueron para allá tal y como habían ido a trabajar. Ella llevaba una blusa.Nadie les dijo a qué iban. A veces me parece oír su voz, escucharla viva como cuando hablábamos por teléfono. Ni siquiera las fotografías me producen tanto efecto como el sonido. Soy yo quien la llama en sueños.
Las siete, a las siete me comunicaron que estaba en el hospital. Corrí allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia, no dejaban pasar a nadie. Pero, me colé. Y la vi. Estaba hinchada, todo lo tenía inflado. No tenía ojos. Svetlana Aleksiévich escribió: los humanos no somos tan fuertes cuando el horror sobrepasa los límites.
La Zona de Exclusión de Chernóbyl, es ese enorme espacio de 2.600 km2 donde un día se prohibió la vida. Lo que allí sucedió fue un atisbo del Apocalipsis. Cuando el reactor número 4 explotó, lanzó a la atmósfera el equivalente a 500 bombas de Hiroshima, esparciendo nubes radioactivas por el hemisferio norte, desde Checoslovaquia hasta Japón.
Aquellos días, hubo cientos de héroes y villanos, sin mencionar a decenas de miles de personajes secundarios cuyas vidas cambiaron para siempre. Boris Shcherbina, el enviado del Kremlin, escribió en sus memorias: tuve que forzarme a mí mismo a asimilar lo que veían mis ojos. Lo ocurrido era tan catastrófico y la escala del desastre de tal envergadura que ni siquiera los especialistas bien formados, que entendían con exactitud la energía nuclear, podían asimilar lo que estaban viviendo. La gravedad de lo ocurrido se ocultó desde el principio, negándose a evacuar ciudades en peligro. La televisión soviética tardó 18 días en hablar de Chernóbyl.
Para entonces, los tres integrantes del llamado escuadrón suicida ya habían vaciado las piscinas de burbujas bajo el reactor, bajo el núcleo en descomposición. Si no lo hubieran logrado, se da por hecho que la tragedia hubiera sido muchísimo mayor. Existía el riesgo de una explosión capaz de hundir todo el edificio que contenía al reactor, liberando todavía más radiación. Si no lo hubieran logrado es posible que parte de Europa se hubiera visto afectada por una catástrofe potencialmente superior a la que se vivió.