Historia de 2046
¿Han estado alguna vez más allá de donde nunca llegaron?
Se cuenta que Frida Kahlo dijo una vez: pies, para qué los quiero si tengo alas para volar. Seguramente Frida se visualizó a sí misma con alas; pero, imaginó nunca cómo sería la vida de un pájaro sin patas. ¿Alguna vez han imaginado la existencia de un pájaro sin patas? Un pájaro siempre volando hasta el día en el que finalmente se posa en tierra, para el momento de su muerte, tras un vuelo sin tregua.
Algunos han intentado ya introducirse en la textura del tiempo para interponer resistencia a su transcurso. Y todos -alguna vez- hemos tratado de alcanzar ese estado mental al que se acude cuando queremos recuperar lo que hemos perdido.
El amor es una cuestión de tiempo. ¿Han pensado en que -en ocasiones- llega a sentirse más intensamente aquello que vivimos en un pasado lejano que lo que estábamos viviendo en el presente justo antes de que nuestra mente nos abocase a ese recuerdo evanescente? Seguro que lo han pesando. Las glándulas de la memoria son las causantes de experimentaciones muy intensas de un tiempo que ya se fue. Que ya sólo es un tiempo en el recuerdo. Aunque, no debería olvidarse que el recuerdo viene a ser otra forma de vacío, un vacío metafísico.
Existe un lugar donde se guardan algunos recuerdos muy concretos, los recuerdos furtivos. Se trata de ese rincón de la conciencia donde también se ocultan determinados pensamientos y algunos impulsos que hubo. En la impulsividad, todos sabemos que existen sonrisas que no son de alegría, sonrisas que son de dolor. También sabemos que existen lágrimas que se lloran en plena algarabía. Somos
contradictorios, y esa es una de las pocas certezas. Pero, hay alguna más como la relacionada con la efervescencia efímera de la temporalidad.
El tiempo es un transcurrir que nos afecta sin que tengamos el más mínimo control. Ninguno. Lo único que nos deja el paso del tiempo es algo tan evanescente como la memoria. Pero los cerebros que contienen las glándulas de la memoria son como los ordenadores creados por los cerebros, y -como los ordenadores- a los cerebros siempre les llega un día en el que fallan. La vida sería dramática si no fuese tan graciosa. Pero, es así y no debería olvidarse que nada puede existir para siempre.
Así que teniendo esa otra certeza, hay dos preguntas para ustedes. La primera plantea: ¿de verdad, están aprovechando su tiempo?
La segunda cuestiona ¿se han preguntado cómo serán su vida en 2046?