CON JAVIER CANCHO

Historia de la mandanga

Lo que es extraño, y sigue siéndolo después de tantos años, es lo que le sucedió a un tipo llamado Harry Truman. Se llamaba igual que el trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos, pero aquel Harry al que me refiero no fue presidente ni de su comunidad de vecinos. Porque ni vivía en comunidad ni tenía un sólo vecino. Sin embargo, alguien debería escribir, a mano o a máquina, la historia Harry Truman.

ondacero.es

Madrid | 16.04.2020 11:28

Harry fue un excéntrico aldeano que se fue a vivir a la ladera norte del Monte Santa Helena. Excéntrico aldeano es como llamaban en Estados Unidos a los que se ponían hasta el cielo del paladar de porros de

marihuana sin necesidad de nadie. Porque ellos mismos plantaban lo que precisaban para fumarse la existencia. Harry desestimó las alertas de los vulcanólogos y rehusó a abandonar su cabaña que quedaba peligrosamente cerca del volcán más violento de la historia moderna de los Estados Unidos. Un día…ese volcán petó, eclosionó, propulsionó lava de un modo inmisericorde. Hizo erupción hace exactamente 40 años.

A Harry le engulló una enorme e intensamente caliente nube negra de 330 metros de altura y 16 kilómetros de ancho, que bajó la montaña a 560 kilómetros por hora, alcanzando de lleno su ladera y su cabaña. Así que Truman se sublimó en un sentido científico: se transformó de sólido a vapor instantáneamente. Y con un siseo final, se alzó en el aire. En su caso hubo levantamiento del cadáver pero sin que hiciera falta un juez. Ya saben el vapor tiende hacia arriba, se levanta. No quedaron ni los huesos. La de Harry fue una muerte caliente, instantánea, volátil y hasta poética. Porque no suele pasar lo de morirse por sublimación. No es frecuente diñarla de una mandanga volcánica.

La sublimación es el proceso que consiste en el cambio de estado sólido a estado gaseoso sin pasar por el estado líquido. Y contaban los amigos de Harry que él no necesitaba de líquidos alcohólicos para sublimar el estado de su conciencia. A sus amigos les contaba alguna vez: a ver…no os quiero impresionar, pero cuando nací los médicos estuvieron siete horas decidiendo qué era cordón umbilical y qué no.

Decía un científico llamado Hawking que incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, incluso ellos miran antes de cruzar la calle.