Historia del doctor Sálas, el médico de los locos
El Doctor Salas era conocido comos el médico de los loco. Él fue uno de aquellos que completó su formación en los Altos del Hipódromo, en Madrid, en la colina de los chopos que es como la llamó Juan Ramón Jiménez.
José Salas fue uno de los alumnos de la Residencia de Estudiantes donde compartió tiempo con el Nobel Severo Ochoa, con el que después se formaría la hija del doctor Salas, Margarita. Pero, en la Residencia de Estudiantes también coincidió con personalidades no tan disciplinadas como Dalí, Buñuel o García Lorca. La mezcla era la clave de la Residencia.
Se le daba bien el balón; aunque, lo que le interesaba -de verdad- era el cerebro humano. José Salas amplió sus estudios de Psiquiatría en la Universidad de Turingia, en Alemania. Y cuando regresó a España comenzó a trabajar en un manicomio, en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos.
El doctor se especializó en el Test de Rorschach, ya saben, el que se utiliza para evaluar la personalidad con láminas que tienen manchas de tinta. En su primera etapa como doctor, el mundo asistía a un debate médico sobre la vereda por la que debía transitar la psiquiatría. Y en pleno fragor de aquel pulso académico, ocurrió algo terrible: un crimen que propició un volquete de páginas de crónica negra. Lo que sucedió ya lo contamos aquí en Más de Uno.
En 1933, en un piso de la calle de Galileo de Madrid, Aurora Rodríguez mató de un disparo a su hija Hildegart, a la conocida como virgen roja. Una madre mataba a la hija a la que le había dado una educación a la medida de una mujer predestinada a cambiar el mundo. Y cuando Hildegart trató de emanciparse, la madre que la parió le metió un tiro en la sien. En el libro «El manuscrito encontrado en Ciempozuelos», otro psiquiatra, Guillermo Rendueles cuenta el pulso que hubo durante el proceso a la madre que mató a su hija.
El doctor José Salas quiso demostrar ante el tribunal que fue una enajenación mental la causa del crimen, mientras que la acusación hablaba de maldad teniendo como perito a un famoso psiquiatra de entonces, al doctor Antonio Vallejo-Nágera, quien durante la Guerra Civil sería nombrado jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército Nacional.
Durante la Guerra Civil, el doctor Salas fue encarcelado por los nacionales en Navalcarnero. Contaba Margarita Salas que su padre era un liberal, pero como se le vinculaba a la corriente progresista de la psiquiatría y tuvo un tío que había sido dos veces ministro con la Segunda República, el doctor Salas, él sí, fue un preso político. Al final de la guerra, le liberaron pero con la recomendación de que no fijase residencia en Madrid. Y así fue como se marchó a Asturias abriendo en Gijón, no un manicomio; él lo llamó un sanatorio de enfermedades nerviosas y mentales. Porque la importancia de todo empieza en el lenguaje.