Con Javier Cancho

Historia de la gran montaña

El Everest ha vuelto a ser medido porque China y Nepal no estaban de acuerdo sobre su verdadera altura. En Nepal, llaman a la gran montaña Sagarmatha, 'La frente del cielo'; y en China, Chomolungma, 'La Madre del universo'. Chinos y nepalíes juntos han llegado a la conclusión de que la altura del Everest alcanza los 8.848 metros con 86 centímetros. Con Javier Cancho, contamos la historia de una medición.

Javier Cancho

Madrid |

Este sonido fue grabado allí. Arriba del todo, en la cima del mundo, la cumbre es como una bóveda de nieve en la que pueden estar de pie seis personas. Sólo seis.

Por encima de los 8.000 metros, la línea que separa el coraje de la temeridad se difumina casi por completo. Por eso, las paredes del Everest podrían ser consideradas una morgue donde la muerte se petrifica.

Escribía Delibes en 'El Camino', que las montañas ya están hechas. Sin embargo, el Everest es una de las que sigue creciendo. Enseguida vamos a explicar cómo y cuánto crece.

Tratando de llegar ahí arriba, en ese ejercicio titánico, el único músculo que no puede fallar es el cerebro. Porque arriba la nieve no cae despacio, ni lenta, ni sinuosa, ni blanda. Allí arriba es como si el cielo se precipitase.

Y la nieve era el motivo de la discordia. China y Nepal no se ponían de acuerdo sobre si la capa de nieve debía incluirse o no en la medición. Habiendo nieve permanente en los dos lados, porque el Everest es la frontera entre chinos y nepalíes. Y esta vez, en una misión conjunta, se ha hecho la última y más precisa medición.

Este instante fue grabado en 2015, segundos antes de una avalancha que sepultó parte de un campo base tras el enorme terremoto que removió la gran montaña. Después, algunos geólogos plantearon que ese movimiento telúrico modificó la altura del Everest.

Se especuló con la posibilidad de que la nieve pudiera haber menguado. Otros especialistas argumentaron que el movimiento de las placas tectónicas pudo propiciar que la montaña fuera ahora más alta. Habiendo incluso quienes contemplaron la hipótesis de que tras el seísmo, el Everest hubiera dejado de crecer. Por todo ello, era preciso acometer la última medición.