CON JAVIER CANCHO

Historia del paravirus de la peluquera

Recuerda la peluquera que en su trabajo no puede haber distancia de seguridad, tiene que estar a unos centímetros de la cabellera de sus clientes. Así que utiliza el paraguas, como paravirus. Llevando además -y por su puesto- mascarilla.

ondacero.es

Madrid |

Estamos viviendo dentro de mascarillas. Quienes las tengan. Después de cuatro semanas de confinamiento se han empezado a repartir mascarillas sin que haya -todavía- forma sencilla de conseguir guantes.

En plena crisis existencial, van y se agotan las existencias de guantes para no morir por haber tocado un timbre lleno de virus. No hay guantes, salvo que sean de fregar. Y por eso -en ocasiones- te encuentras

ante situaciones desasosegantes en las que percibes la angustia, la ansiedad, del que tienes cerca -pero a dos metros- tratando de revisar la lista de la compra en su móvil -frente a línea de encurtidos- intentado

lograr sensibilidad en la pantalla, apretando el dedo, a través de esos guantes amarillos de grosor grueso.

El grosor de la incertidumbre ha crecido, y ha crecido tanto que -ahora- los filósofos no paran de ser requeridos. La vida cotidiana del confinamiento y los dilemas metafísicos son el anverso y el reverso de la

misma situación. Por eso, se les pregunta a los filósofos qué es lo que va a pasar. Porque si lo que estamos viviendo es lo más tremendo desde la Segunda Guerra Mundial, qué será lo que venga. Cómo vendrá el porvenir,con cuánta oscuridad llegarán los años 20 del siglo XXI. Pero, claro, para saber, primero hay que comprender. Y para imaginar el futuro, primero hay que repensar el pasado. Y revisando el pasado vemos que hubo décadas que cambiaron el mundo. Y sucede que la de 1920 fue quizá la más importante de los dos últimos siglos. Y aquello empezó a suceder hace exactamente cien años. Los años 20 fueron una década de creatividad excepcional. Mientras que desde la excepcionalidad, nosotros, estamos afrontando los años que vendrán, confiando en la creatividad de quienes

inventan las vacunas.

El 95% de la materia que compone el Universo está hecho de cosas que no podemos ver ni entender. Ya habrán oído hablar -por ejemplo- de la energía oscura. No se sabe qué es. Sí sabemos -aunque no lo veamos- que cada inhalación nuestra -con o sin mascarilla- involucra a 26 billones de moléculas de gas. Y cada una de ellas ha sido inhalada y exhalada previamente miles de millones de veces. Inhalar y exhalar.

Estamos respirando el mismo aire que Jesús de Nazaret, por ejemplo. El mismo, pero más contaminado. Los humanos respiramos unas 23.000 veces al día y cada vez que lo hacemos inhalamos la historia del mundo. Y sin embargo no terminamos de pillarle el aroma. Pero es un hecho, de hecho es posible que alguno de ustedes acabe de respirar la misma molécula de aire que salió de la boca de Alejandro Magno justo antes de agonizar. Entre el septillón de moléculas que entran o salen de tus pulmones, ahora mismo, algunas pueden tener rastros de los perfumes de Cleopatra, partículas que exhalaron los dinosaurios, y hasta restos del polvo de estrellas de la creación del Universo. Todo el tiempo, desde el origen de la humanidad, llevamos reciclando moléculas de aire. No hay nada más perdurable que algo tan efímero como un suspiro.