Historia del proceso inverso
Las playas están perdiendo arena mientras el aire del desierto va llegando a los jardines.
Más de la mitad de las playas de arena del planeta Tierra podrían desaparecer a finales de este siglo, como consecuencia de la erosión. En solo 30 años, el mar le habrá arrebatado un promedio de 100 metros a los arenales del mundo. Lo dice una investigación que no incluye siquiera el impacto añadido que tendrán fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones. Sobre ese riesgo, el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea advierte de que la subida del nivel del mar ha estado aumentando a un ritmo acelerado durante los últimos 25 años, con la certeza de que esa tendencia continuará durante las próximas décadas.
Las zonas costeras son una barrera natural contra el viento y el oleaje, pero -además- son un factor clave en países que dependen del turismo, como le ocurre a España. Y, tanto en España como en el reto del mundo, las playas más amenazadas están en las zonas más densamente pobladas. Cuanto más cerca del litoral se construye más menguan los arenales. Ante una situación así, la pregunta es: ¿Hay algo que se pueda hacer? Y la respuesta es sencilla: lo que se puede hacer es luchar contra el cambio climático.
Este es nuestro mundo... nuestra tierra... nuestro hogar.
Nos nutre, nos protege, nos sorprende. Pero, el planeta está en peligro. Aunque, en realidad, los que estamos en peligro somos nosotros. Nuestra forma de vida, el modo en el que usamos la tierra está afectando al clima global y el cambio climático a su vez está afectando a la tierra que nos alimenta. Debería de interiorizarse que nuestro comportamiento condicionará el clima que deban soportar las siguientes generaciones, las generaciones de nuestros descendientes. Por eso, es importante preguntarse cómo luchar contra el cambio climático... Y una forma sería convertir arena del desierto en tierra de cultivo, teniendo en cuenta que los desiertos ya ocupan la cuarta parte de la superficie terrestre. La desertificación es otro fenómeno expansivo: el desierto se expande.
El agua es un recurso escaso que muchos damos por sentado, pero desafortunadamente para enormes proporciones de la población de la mundial: el agua es un privilegio.
Según Naciones Unidas, para dentro de diez años, 135 millones de personas podrían perder sus hogares y sus medios de subsistencia sólo por la desertificación. Ese horizonte funesto obliga a un desafío que consiste en cultivar alimentos en condiciones cada vez más hostiles. Y ya existe una tecnología que convierte el suelo árido en un lugar propicio para la siembra. Es la nano arcilla líquida. La nano arcilla líquida permite que el suelo arenoso retenga el agua, haciendo del desierto un espacio fértil, cambiando completamente sus propiedades físicas. La arena del desierto, con ese nuevo componente, conserva el agua como una esponja. Y lo hace sin la intervención de ningún componente químico. Puede convertir cualquier suelo arenoso de mala calidad en tierras agrícolas de alto rendimiento en sólo siete horas. En siete horas una porción de desierto empieza a ser un vergel. El coste por hectárea de desierto varía entre los 2.000 y los 10.000 dólares dependiendo del tamaño del proyecto lo que actualmente resulta demasiado caro para la mayoría de los agricultores en soledad. El mundo entero debería darse por concernido. La pregunta es: ¿Volverá a confundir el valor con su precio?