Historia los verdaderos vencedores de la guerra de las Malvinas
Existe un relato no contado sobre de lo que sucedió después de la Guerra de las Malvinas. Hoy, a esta hora, estamos en condiciones de afirmar que los verdaderos vencedores del aquel conflicto fueron los pingüinos. Con Javier Cancho, indagamos en los detalles posteriores a la historia de una invasión.
Era noche cerrada en Puerto Argentino, en la isla Soledad. Rex Masterman ya había cenado y se disponía a la lectura. Hacía mucho frío fuera. Cogió una manta para las piernas y cuando iba sentarse alguien tocó a la puerta de la Casa de Gobierno de las Malvinas. Le traían un telegrama urgente emitido desde Londres. Aquel telegrama atravesó el Atlántico de norte a sur en milésimas de segundo. El texto resultaba alarmante: había que prepararse para una invasión inminente. La dictadura argentina comandada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri había ordenado la reconquista del archipiélago. Mister Masterman, que había trabajado en Saigón como diplomático, cuando en Vietnam empezaba a quedar lejos la guerra, de repente, era prevenido de la inmediatez de un conflicto bélico en la misma puerta de su casa. Masterman se personó en el servicio de radio local para hacer una advertencia a los 1.800 residentes de la isla. La frase fue concisa: "Pase lo que pase, no salgan de sus casas".
Hemos escuchado la voz de Thatcher, la dama de hierro con sonrisa de alicate, recordando cuando la reina Victoria una vez planteó: ¿fallar? Esa posibilidad no existen. Por eso, debemos ir tranquilamente hacia el triunfo. Sin embargo, la victoria en la Guerra de las Malvinas no estuvo tan clara. La victoria para los británicos ocurrió -sobre todo- por los clamorosos errores de los generales argentinos. En la campaña ordenada desde Buenos Aires hubo improvisación, imprevisión y limitaciones de todo tipo. La incompetencia de los generales de la dictadura olvidó, para empezar, una de las premisas de Napoleón: “El soldado combate con el estómago”.
En todo el archipiélago el viento es constante y en algunas de las islas Malvinas no hay ni un árbol. Sólo hay rocas. Aquellas islas del Atlántico Sur, están 13.000 kilómetros de Londres. Cuando estalla la guerra había ilustrísimos miembros del gobierno británico que desconocían por dónde demonios quedaban las Malvinas. Los soldados movilizados, en muchos casos, no llegaban a entender por qué jugarse la vida por aquellos peñascos y aquellas gentes tan aldeanas. A los isleños les llamaban los Bennis porque decían que eran todos clavaditos a Benny Hill.
Después de 74 días, el gobierno argentino verbalizaba la rendición.
Decía Galtieri que los que cayeron están vivos para siempre; pero, en realidad, estaban muertos. Los que empezaron a darse la vida padre fueron los pingüinos. Los militares argentinos colocaron más de 20.000 minas a lo largo de las playas. Cuando terminó la guerra, entregaron un plano con detalles sobre por dónde quedaban las minas. Pero el gobierno británico decidió que desactivarlas era mucho esfuerzo. Así que cercó las zonas con riesgo de explosión. Eso propició que los campos de minas se convirtieran en colonias de pingüinos. Las minas detonan con un peso superior a 45 kilos y los pingüinos -por lo general- son más livianos. Por esa razón durante los últimos treinta años, el número de pingüinos en las Malvinas aumentó hasta sobrepasar el millón.