Tanto tiempo después, hoy, Aspasia de Mileto sigue siendo un enigma. Sabemos que fue la mujer más célebre en la edad de oro de Atenas. Y con certeza, poco más se puede añadir sobre ella. Desconocemos cuándo nació o cuándo murió, o cómo llegó a ser lo que fue cuando ni siquiera sabemos qué fue exactamente. Se sabe que Aspasia tuvo acceso a una educación inusual para las mujeres de su época.
Se cree que Aspasia fue amante de Pericles, el hombre que dominó la política de Atenas durante tres décadas en el transcurso del mayor florecimiento ateniense como epicentro de una civilización única.
Se sospecha que Aspasia de Mileto fue la gran influencia en el considerado uno de los mejores discursos de todos los tiempos, el pronunciado por Pericles en el 431 antes de Cristo. El discurso con motivo de la guerra de poder entre Atenas y Esparta.
El mismísimo Platón atribuyó a Aspasia el contenido de aquel discurso sobre la democracia. También se ha contemplado una posibilidad formidable en los orígenes de la filosofía. La posibilidad de que Aspasia tuviera una relación pasional con Sócrates. No podremos saberlo nunca. No hay acceso a fuentes primarias. Hay hipótesis como la del erudito clásico Armand D'Angour, quien en su libro Sócrates enamorado plantea que el gran filósofo para sus originales ideas sobre la verdad, el amor, la justicia, el coraje y el conocimiento obtuvo la inspiración de Aspasia de Mileto. Si esta tesis fuera cierta, la historia de la filosofía daría un giro trascendental: porque ella pudo ser el origen.
No hay registro de una mujer crucial. Sí lo hay de una bacteria. La que doblegó Atenas después de su periodo de auge en la historia del pensamiento y la cultura, cuando la inteligencia fue tomada como la mayor de todas las fuerzas creadoras. Hasta que en el 431 antes de Cristo, Esparta declara la guerra a Grecia.
Mientras Esparta grita, Pericles pronuncia su famoso discurso. Siendo Atenas asediada, se propagó la peste tifoidea. Primero aparecía un terrible dolor de cabeza, los ojos se enrojecían e inflamaban; la lengua y la faringe presentaban un aspecto sanguinolento; la respiración se tornaba irregular y el aliento se ponía fétido. La mortalidad era muy elevada. La terrible epidemia acabó con la tercera parte de los habitantes de Atenas, matando al propio Pericles, decantado el pulso de la guerra.
En 1994, en un cementerio de Atenas, un equipo de arqueólogos descubrió, una tumba con ciento cincuenta cuerpos. Junto a ellos había vasijas y ofrendas funerarias que databan del año 430 antes de Cristo. Al ampliar las secuencias de ADN los científicos identificaron la peste que devastó Atenas. Fiebre tifoidea.
En el siglo XXI, enferman de fiebre tifoidea -cada año- 9 millones de personas, de las que fallecen 110 000. La emergencia climática va a aumentar esas cifras.