CON JAVIER CANCHO

#HistoriaD: El bombardeo de Dresde

Durante décadas se debatió sobre la crudeza de la destrucción de ciudades alemanas en el final de la Segunda Guerra Mundial. Los historiadores se preguntan si aquella estrategia contribuyó a la derrota nazi o simplemente causó la muerte de miles de civiles. Javier Cancho narra la historia del bombardeo de Dresde.

Javier Cancho

Madrid |

Con sus puentes sobre el Elba, Dresde tuvo desde finales del XIX una intensa vida cultural, con arquitectos visionarios o pintores modernistas. Con sus hermosos edificios barrocos, Dresde era una de las ciudades más bellas de Alemania.

El 13 de febrero de 1945 era martes de Carnaval. Era una noche fría y despejada. A la hora del crepúsculo, en Dresde aún desconocían que estaban a punto de morir cerca de 30.000 personas. Nueve minutos antes de las diez de la noche comenzaron las alarmas antiaéreas.

En la primera oleada, las bombas británicas de la RAF destruyeron tejados, puertas y ventanas en gran parte de la ciudad, creando una corriente de aire. El aire antes del fuego.

Después, las bombas incendiarias lanzadas por los americanos. Los Lancaster iban cargados con artefactos que podían destruir una manzana entera de edificios con una sola bomba. En total se arrojaron 4.000 toneladas de destrucción.

En la madrugada del 14 de febrero, el incendio de Dresde era tan pavoroso que podía verse a 100 kilómetros de distancia; la columna de humo se levantó a 4.600 metros. En la Estación Central, los vecinos atestaban los pasillos, los túneles también estaban llenos. Todos murieron. Dentro de la ciudad, la intensidad del calor fue tal que lo que era combustible ardió: el vidrio, el metal, los cuerpos se derretían sobre el pavimento. La mayoría de los muertos agonizaron mientras se calcinaban. Al día siguiente aviones norteamericanos ametrallaron supervivientes que intentaban alcanzar la orilla del Elba. Eleonore Kompish tenía 22 años, y vivió para contarlo. Eleonore contó que dejó de ser creyente en aquellas horas del año 1945. Otro testimonio es de Kurt Vonnegut, prisionero de guerra en Dresde durante el bombardeo.

Bien, por dónde coño íbamos; se preguntaba Vonnegut al inicio de una conferencia. En el 44 fue apresado dormando parte de una avanzadilla de una División de Infantería de los Estados Unidos. Su prisión fue destruida por las bombas. Cuando logró salir a la calle, todos en su vecindario estaban muertos.

Mil aviones sobrevolaron Dresde, destruyendo hasta los cimientos de la ciudad. El casco viejo de la capital de Sajonia ardió por completo. Cuál fue el propósito de tanta destrucción. Dresde no fue una represalia por las despiadadas ofensivas de la Luftwaffe. El objetivo aliado era castigar a la población civil, desmoralizar al pueblo alemán, doblegar a los vencidos. ¿Pero, hubo algo más? ¿Hubo alguna otra intención geoestratégica?

Una de las hipótesis del debate histórico contempla que también se buscara intimidar a los soviéticos, dos días después de la firma de la Conferencia de Yalta. Esa posibilidad explicaría no sólo la magnitud de la operación sino también la elección del objetivo, con el ejército rojo cerca de Dresde. Es posible que la Guerra Fría comenzase en el espeluznante calor del infierno de Dresde.