#HistoriaD: Gauss
Se cuenta que el profesor Büttner castigó a todos los niños a sumar los 100 primeros números naturales. Les puso esa encomienda para tenerlos entretenidos -callados- durante un buen rato. Entre aquellos niños había uno llamado Carl Friedrich Gauss.
Y ocurrió que Gauss obtuvo la respuesta casi de inmediato. Cuál es el resultado de sumar el 1 más el 2 más el 3 más el 4 y así hasta el cien. Cuál es el resultado El resultado es 5050. Y Gauss, con 7 años, lo resolvió en menos de un minuto. Se dio cuenta de que 1 + 100 ó el 2 + 99 ó el 3 + 98 ó el 4 +97...siempre suman 101, y que en el segmento de números naturales que el profesor les dio a sumar, del 1 al 100, en ese segmento hay 50 pares de números. Recuerden 1 + 100 da 101, 2 + 99 también da 101, así como 3 + 98. Por tanto, lo que hizo Gauss fue multiplicar los 50 pares de números por el número 101 obteniendo de ese modo el resultado de 5050 en menos de un minuto, con 7 años y sin necesidad de sumar cada uno de los cien números. Esta es la historia mil veces contada. Mil por decir un número tan redondo como simbólico, porque según se cuenta todos los profesores de primaria y secundaria relatan esta historias a sus alumnos consiguiendo que la escuchen en silencio.
Los padres de Gauss eran analfabetos. Y aún así, a pesar de esas circunstancias tan condicionantes, Gauss está en el olimpo de los dioses del conocimiento, porque dispuso de una inteligencia prodigiosa y de una determinación admirable. Fue matemático, físico, astrónomo, ingeniero. Su contribución resulta crucial en ámbitos como la teoría de números, el análisis matemático, la geometría diferencial, la estadística, el álgebra, la geodesia, el magnetismo o la óptica. Siendo muy joven, Gauss ya había descubierto dos métodos para calcular raíces cuadradas de números de 50 cifras decimales, siendo todavía un niño encontró pequeños errores en tablas logarítmicas de la época. Decía Gauss que la matemática es la reina de las ciencias, siendo la aritmética la reina de las matemáticas. En un puñado de meses, Gauss resolvió un problema que los matemáticos llevaban 2.000 años intentando solucionar. Descubrió una fórmula para encontrar todos los polígonos
regulares que pueden construirse usando solamente regla y compás. Y lo hizo cuando todavía no se había puesto a estudiar matemáticas en la Universidad de Göttingen.
En el día de Año Nuevo, de 1801, un planeta fue detectado orbitando alrededor del Sol entre Marte y Júpiter. Era el octavo pasajero del sistema solar, era el planeta número 8. Ese planeta fue llamado Ceres y su descubrimiento fue considerado como un gran presagio para el devenir de la ciencia en aquel siglo XIX que apenas comenzaba. Si aquel hallazgo hubiera sido un presagio, habría sido un presagio nefasto porque unas semanas más tarde, el pequeño planeta se perdió en el horizonte astronómico. Se había esfumado, los astrónomos no tenían idea de dónde se había metido. Cómo era posible, proclamaban. Días después, un alemán de 24 años llamado Carl Friedrich Gauss anunció que sabía dónde encontrar el planeta perdido. Fue así como Gauss indicó en aquellos días de 1801 a los astrónomos hacia qué lugar del cielo nocturno apuntar sus telescopios para volver a encontrar a Ceres. Y Ceres fue encontrado. Y fue así como se descubrió que Ceres no
era un planeta, era un asteroide.
Fue la magia de las matemáticas la que hizo posible el redescubrimiento. Gauss utilizó el método de los mínimos cuadrados que él mismo había desarrollado en 1794. Ese método, hoy en día, continúa siendo la base computacional de la estimación astronómica. Su sistema permite convertir una gran cantidad de observaciones desordenadas en algo significativo, en algo relevante. Gauss descubrió que si trazaba la posición real de Ceres en el cielo con las observaciones inexactas de su paradero, obtenía una curva en forma de campana. Esa curva con forma de campana es la famosa campana de Gauss que se utiliza también para resolver crímenes o para tomar decisiones políticas. Esa campana es el alma de la estadística.
De Carl Friedrich Gauss se cuenta que fue un buen hombre: empático y coherente. Culto y extraordinariamente inteligente: además de su lengua materna, el alemán, además se manejó en danés, inglés, francés, griego, latín y ruso. Y sin haber salido de Alemania, porque a Gauss no le gustaba viajar salvo que fuera leyendo.