Dijo García Márquez que hablamos una lengua que no cabe en su pellejo. Y a él le parecía bien liberarla. Y simplificar la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. La historia de la ñ es precisamente un ejercicio de simplificación evolutiva. La eñe, decía García Márquez…la ñ es un salto cultural de una lengua romance que dio una lección al resto al expresar con una sola letra un sonido que en francés, italiano o portugués, sigue expresándose con dos.
En latín, ni la letra ni su sonido correspondiente existían. Pero, a medida que el latín evolucionó fue apareciendo ese sonido nasal y palatal. Ese sonido que en otros lugares del mundo no pueden pronunciar, incapaces de colocar el dorso de la lengua apoyado contra el paladar.
Aquel sonido no tenía una representación gráfica. De modo que los escribas tuvieron que imaginar formas de reflejarlo en los textos. Aquel proceso comenzó a darse hacia el siglo noveno. Los copistas empezaron a transcribir el sonido de la eñe con tres variaciones fonéticas distintas. No había una norma generalizada.
Solían emplearse dos letras para representar un solo sonido. Y se generó una situación algo caótica. Podía ocurrir que en un mismo texto se encontrasen esas tres variantes de la misma letra.
La primera normalización llega en el siglo XIII, con la reforma ortográfica de Alfonso X el Sabio, en la que se establecen las primeras normas del castellano. Esa norma se alcanzó después de que durante varias centurias fuera abreviándose la representación de la ñ, utilizando una sola n sobre la que se escribía una vírgula. Fue una solución para ahorrar pergamino y facilitar el trabajo de los monjes escribanos. Así apareció el trazo sobre la n llamado vírgula.
En 1492 se descubrió un nuevo mundo, pero también se redactó una gramática primigenia. En aquel escrito fundacional Antonio de Nebrijaya incluyó la letra ñ.
Hoy, más de 500 años después, hay más de 15.000 palabras en castellano que la contienen, son casi 400 las que comienzan por la consonante más artística. La consonante que más enemigos ha reunido en el fragor de la era digital.
Cono con rabito, con vírgula, también es una palabra con una larga ristra de sinónimos. La que no tiene equivalencia ni reemplazo es la ñ, tan única en el mundo como milenaria.